CAPÍTULO XIX: DE ALGUNOS HECHOS, SUCESOS, ANÉCDOTAS Y OTRAS NOTICIAS RELACIONADAS CON LA CIUDAD DE ECIJA, ENCONTRADAS EN LAS HEMEROTECAS ESPAÑOLAS por Ramón Freire
Enero 2017
Ramón Freire Gálvez
Comienzo este capítulo, lleno de sensibilidad poética, con una referencia a los primeros Juegos Florales celebrados en Écija, Octubre de 1903, en los que fue mantenedor el catedrático ecijano D. José Giles y Rubio. Se celebraron con gran brillantez y así apareció recogido en los periódicos de la época en el mes de Octubre de dicho año. Encontramos, en primer lugar, en El Nuevo Mundo del jueves 22 de Octubre de 1903, una pequeña crónica con fotografías del mantenedor, de la reina de los juegos y del poeta premiado, que las acompañamos a este y decía así:
“JUEGOS FLORALES EN ECIJA. Conanimación y brillantes extraordinarias celebróse en la hermosa ciudad sevillana la tradicional fiesta de los juegos florales. Las bellezas incomparables del diáfano cielo de la ciudad del sol, la clásica gentileza de la mujer de Andalucía, los atractivos sin par de los juegos florales, cultísima manifestación del talento, circunstancias que eran todas para que la f iesta fuera espléndida y de indeleble
recuerdo. Fue elegida reina la gentil señorita Dolores González Antonini, que tuvo brillante corte de amor formada por diez bellezas; mantenedor el ilustre catedrático de la Universidad de Sevilla d. José de Giles y poeta premiado con la flor natural, D. Enrique Redel, por una composición titulada La lira de plata”.
Sobre el mantenedor, el ecijano Giles y Rubio, nada tengo que añadir, pues en más de una ocasión me he hecho eco, no solo de su larga y extensa biografía, sino también de sus intervenciones académicas y políticas. Pero ¿quién era Enrique Redel, ganador de dicha flor natural? Nos dice la bibliografía encontrada: Enrique Redel y Aguilar, nacido en Córdoba el 12 de Noviembre de 1872, poeta español que comenzó sus estudios
en el seminario de San Pelagio, donde cursó tres años de Latinidad y dos de Filosofía, abandonando la carrera eclesiástica para dedicarse a
otros menesteres más relacionados con sus aspiraciones artísticas, ingresando en la Escuela de Bellas Artes de Córdoba, que en aquella
época dirigía don Rafael Romero de Barros, insigne pintor, arqueólogo y padre de Julio Romero de Torres. Sus primeros pasos en el campo de las letras los da como redactor del periódico local “La Unión”. Por aquellas fechas, además, destaca por sus brillantes colaboraciones,
tanto en prosa como en verso, para el “Diario de Córdoba”. En 1895, recopila una serie de poemas de su etapa madrileña que permanecieron inéditos y los publica en el folletín de “La Voz Córdoba” bajo el título de “Amapolas”. En sus siguientes libros, “Predicar en desierto” y “Turbas y espectáculos”, se deje llevar de la mano de un amargo pesimismo y de una evidente preocupación social.
Evolucionando, a partir de ahí, hacia una poesía más sentimental y espiritualista. Además de en otros volúmenes de poemas como “Lluvia de Flores”, “La Prensa” o “La lira de plata”, sus versos aparecen en la prensa local y en la madrileña. Del mismo modo, su calidad poética lo lleva a ganar varios juegos florales como los de Córdoba o Sevilla, fue académico de número de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba y nombrado por unanimidad académico correspondiente de la Academia de Buenas Letras de Sevilla, a propuesta de y Francisco Rodríguez Marín Y de Luis Montoto; fue miembro honorario de la Academia Dante Alighieri de Catania (Italia) y del Real Instituto de Lisboa. Falleció en la capital cordobesa el día 13 de Febrero de 1909.
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CAPÍTULO XIX: DE ALGUNOS HECHOS, SUCESOS, ANÉCDOTAS DE ECIJA, por Ramón Freire
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