BELÉN ESTEBAN Y NUESTRA ESPAÑA por Francisco J. Fernández-Pro
Esta mañana, mi buen amigo Genaro Chic, me envió una noticia que ha invadido mis reflexiones durante todo el día. La pregunta que me dejó en el aire, fue la siguiente: “Tanto como protestamos por lo que está ocurriendo en España… y ¿no será que tenemos la España que nos merecemos?” Se me ponen los vellos de punta, pero la verdad es que las cosas que nos pasan dejan poco espacio a las ilusiones.
El caso es que Belén Esteban ha escrito un libro y mi amigo Genaro me remitió la noticia sobre la cola que se formó ante elcorteinglés para que la susodicha firmara su engendro.
En estos años he tenido el honor de conocer a personas de una inmensa talla intelectual, a hombres y mujeres que han sido y son auténticos baluartes de la elegancia ética y estética. La mayoría de ellos escribieron buenos libros, interesantes artículos, memorias reveladoras o sesudas monografías, que yo leí, pero que no tuvieron más éxito que el previsible para aquel que escribe. Gente que me viene a la memoria de repente por la cercanía o por la huella que dejaron en mí sus escritos y su trato, como el mismo Genaro Chic, González de Posadas, García-Dils de la Vega, Díaz Torrejón, Merinero Rodríguez, Ceferino Aguilera, García Solano, Juana Castro, Rosa Díez, Hurtado Marjalizo, Manuel Gahete, Salvador Távora, Ramón Freire, Juan Palomo, Méndez Varo, Martínez Calle, José Miguel Bel, el gran Vicente Núñez,… Médicos, historiadores, investigadores, poetas, filólogos, dramaturgos; gente de todas partes, de pasiones distintas, de vidas entregadas al conocimiento y al bien común, y que nunca disfrutaron de una cola como la de Belén Esteban cuando presentaron sus libros.
Esta mañana regresó a mi memoria la desesperanza por nuestra España de la Generación del noventayocho y el pensamiento posterior de Antonio Machado (el hermano de Don Manuel) cuando hablaba de este país de charanga y pandereta, en el que, de cada diez españoles, uno piensa y nueve embisten.
Más lo triste –pienso yo- es que estamos ya en pleno siglo XXI y seguimos igual: para que la gente lea un libro, es necesario que lo escriba un invento del escándalo y el comadreo como Belén Esteban, la autoproclamada princesa del ese mal llamado pueblo, la emperatriz de lo chabacano, la artista de lo cutre, la creadora del esperpento y la suripanta de la pantomima que, entre gritos y perogrulladas, ha sabido sacarle oro a la entrepierna.
Si aceptamos algo así, ¿cómo nos extrañamos de que convivan con nosotros tantos engendros de media capa, tantos pícaros comeollas, tantos carteristas sindicados y tantos sindicalistas con carteras?
En una cosa sí estoy de acuerdo con la Esteban. Según dicen, afirma en su libro: “Yo soy muy del Rey, pero el Urdangarín para mí es un cabronazo”.
Lo dicho: pura literatura.
Amigo Paco. Es evidente, según la acreditada teoría de las dos carretas, que la diablesa cojuela tira más que el diablo cojuelo. Sobre todo si sabemos de qué pie cojea.
Querido Amigo, ¡qué razón tienes!… y eso es lo malo creo yo: que, si esta gente siguen cojeando del pie que cojean, cuando nos demos cuenta, nos habrán dejado hasta sin lugar donde aposentar las letras (al tiempo si no… que esta camarilla acabará birlándonos hasta las tejas de los tejados…)
Amigo Paco:
Ante todo, gracias por incluirme entre los escritores y amigos. No he leído el libro de marras ni creo que nunca lo haga. Por encontrarle algo bueno, leyendo la frase sobre Urdangarín, puede que lo haya escrito de verdad ella, lo cual le daría al menos autenticidad, porque aunque se diga de estos famosos que han escrito un libro, casi ninguno lo hace. No sabrían.
En fin, por lo menos pagarán algo del pastón que sacan a algún escritor de verdad, un “negro” que podrá sobrevivir unos meses.
Eso si no le sale “rana” como a Ana Rosa Quintana, que tiene tanta cara como la “negra” que se buscó, que resulta que se lo plagió a una escritora mejicana.
¡Jesús, que país este!
Querido Amigo, creo que fue Otto von Bismarck quien, en cierta ocasión, corrigió a uno de sus generales, cuando éste señaló que España era una nación débil. El cánciller alemán, respondió algo así: “No se equivoque. España es muy fuerte. Una buena muestra de ello, es que sigue existiendo, a pear de los españoles…”
(¿más claro?…)
Muy bueno el comentario del alemán, lo cuál me reitera algo que ya creía saber, nos conocen los extranjeros mejor de lo que pensamos y por supuesto que mejor que nos conocemos a nosotros mismos.
Querida Eva:
Perdona mi respuesta tardía, pero no había visto tu comentario hasta ahora.
No creo que los demás nos conozcan mejor que nosotros mismos (más objetivamente, sí… pero creo que les resulta imposible desentrañar nuestras razones) El problema del español, del andaluz, del sevillano, del ecijano,… no es que no se conoozca, sino que no se quiere reconocer.
Un saludo muy cordial.
Sr. Fernandez-Pro: Como ve me estoy aficionando a sus artículos. En Esta ocasión y tratándose de un tema que a mí personalmente me produce una aversión casi visceral, me parece, muy acertado difundir nuestro repudio, aunque sea en un medio tan modesto.
Tal vez sea porque tengo la suerte de conocer a muchas personas de formación y sentido común, soy un poco mas optimista a cerca del nivel intelectual del pueblo español. Lo que sucede, es que cuando vemos la cantidad de gente que compra esa bazofia, se nos cae el alma a los pies. Pero eso es como cuando vemos un tumulto aborregado, dedicándose a dar gritos y a destrozar mobiliario urbano
Solo son los que arman mas ruido.
Es el resultado de esos programas basura con el que nos bombardean. También a veces las televisiones públicas. Y eso es lo más grave.
Y eso no debería ser solo cuestión de cambiar de canal.
Saludos desde Granada.
Señor Jubilado:
Ojalá sea cierto que se está usted aficionando a mis artículos. Le aseguro que no hay nada que estime más que un lector inteligente… Y, como comprenderá usted a estas alturas, no lo califico así porque esté de acuerdo con mis ideas o mis argumentos, sino porque sabe mantener las suyas y debatirlas, oponerlas o compartirlas, con el respeto que se le debe a la palabra.
Ojalá que coincidamos en muchas cosas más.
Un saludo cordial.