BARCOS ARENEROS (y II) por Juan Méndez Varo
La actividad industrial de extracción de árido del río Genil fue in crecendo y los hermanos García Castilla adquirieron una nueva barca que se bautizó “San Rafael” y a cuya botadura asistió el coadjutor de la Parroquia de Santa María, don José Rejos. Esta barca tenía 12 metros de largo, 3 de ancho y 0,80 de puntal. Llegó a contar la flota arenera con tres barcas grandes y dos pequeñas que hacían labores auxiliares en años sucesivos.
Con la creación de una sección de areneros en el Sindicato Provincial de la Construcción, se impuso la utilización de motores en las embarcaciones y el fin del trabajo de sirga.
Los hermanos García Castilla instalaron en sus embarcaciones motores, los primeros de gasolina y, posteriormente, de gasoil. Para la descarga comenzaron a utilizar grúas, consiguiendo con ello hacer más humano el durísimo trabajo de los areneros.
Las inundaciones y las avenidas del río Genil produjeron graves daños a la planta y la flota arenera. En más de una ocasión la fuerte corriente arrastró a las barcas a varios kilómetros río abajo; incluso se dio el caso de que una de ellas quedó atrapada en la calle Merinos.
En una de las fotografías se puede ver la barca denominada “Rosario” y en ella posa su propietario José García junto con un grupo de amigos: Ricardo Viera, Gabriel Martínez, Juan Macías Tamarit y José María Carrasco. En la otra aparecen las dos barcas auxiliares de los hermanos García Castilla en plena actividad. Al fondo, la estampa irrepetible del bello conjunto urbano de la ciudad de Écija.
La mecanización del sistema de extracción de áridos originó la desaparición de las barcas del río Genil, perdiéndose también una estampa clásica del principal afluente del río Guadalquivir
Fuente: Memoria de una década: Écija, 1960-1969. Juan Méndez Varo
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