ÁNGELES OLVIDADOS por Diego Lamoneda
Las televisiones nunca se habían hecho eco de la isla de La Palma, paraíso de la Naturaleza, ni de su gente y su cultura, esa sí singular y auténtica, como lo es ella misma, la más bella de las Canarias. A Dios gracias ahora parecen volcarse.
Conmueve oírlos, se le hace a uno un nudo en la garganta, ¡son tan desdichados, tan frágiles!… Se acercan a los reporteros y a las cámaras, a decirles que no saben qué les ocurrirá mañana, que ni siquiera pueden dormir después de haberlo perdido todo. Están aterrorizados, desesperados.
No protestan ni maldicen, solo lloran y hablan de sus miedos con la voz quebrada y ese dulce acento canario que llega al alma. Palabras sin prisas, plagadas de diminutivos con los que muestran su humildad y su inocencia.
Y sus rostros, y sus lágrimas lo que irradian es ternura. No piden solo ayuda, suplican cariño, el consuelo de todos los españoles.
Sí, ahora tienen allí las cámaras…, pero es para verlos llorar. No los hemos visto con su sana alegría, de vivir con humildad y ser feliz con poco en su tierra canaria, rodeada del inmenso Atlántico…. Pero pronto, cuando las audiencias -nosotros- se cansen de la noticia, volverán a quedarse solos, olvidados.
Justo tras ellos aparecen otros en los noticiarios. Están furiosos, indignados. Insultan, gritan, llevan los gestos crispados. No piden, solo exigen y amenazan. No quieren afecto ni compartir nada; quieren privilegios y alejarse. No quieren ser españoles.
El contraste de las dos noticias es bestial, inconmensurable.
La atención perenne de los medios, las ventajas, las inversiones, las reverencias de los gobiernos…., seguirán siendo para estos últimos, como ha sido en tantos años.
Sociedad injusta, cobarde, sin apenas valores más allá de palabras vacías y de esa maldita hipocresía. No merece tener paraísos en su seno, como el de la preciosa isla de La Palma.
Que Dios los ayude.
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