Écija – El Portal Temático Cultural

Dicen que los tiempos que puede llegar son los más duros que hemos conocido. Muchas personas sufrirán carencias y necesidad, y los más vulnerables mucho más, como siempre.

Ser progresista es más que llevar camiseta negra y hablar de injusticias e igualdad, como ser cristiano es más que ir a misa, y amar a la Patria más que poner la bandera en el balcón.

Hechos, obras, sacrificios…, son lo que muestran la verdad de lo que se dice sentir. Es la hora de la solidaridad, la caridad cristiana y el patriotismo de no abandonar al compatriota que se queda atrás. Aflorarán, si de verdad están en nuestro interior. Y Dios quiera que estén.

No son tiempos de gestos ni palabras, sino de hechos, de concordia y de generosidad. No desperdiciemos ni un ápice de energía en nuestras propias disputas, aunque otros lo hagan.

España sufrió una guerra fratricida cuando el odio se adueñó de ella, pero después fue capaz de repararlo. La Transición y la Constitución disolvieron los dos bandos. Las nuevas generaciones no pertenecen a ninguno, nada tienen que ver con ellos; absolutamente nada. Bastante tienen con pelear con el futuro que les dejamos, que es difícil, imprevisible, pero también apasionante….¡Cómo alguien puede ensuciarlo con los odios y rencores del pasado!

Oír a un chaval hablar de fascistas o de rojos da ganas de llorar. El castellano tiene infinidad de acepciones para criticar a otra persona, y esas son aborrecibles porque nos retrotraen a la guerra civil. Yo, en cuanto las oigo, desaparezco. No me interesan quienes hablan así.

Mi generación ha fracasado, lo reconozco. Quienes sufrieron los horrores de la guerra se reconciliaron para dejarnos a los jóvenes una España en libertad; solo teníamos que mantener ese espíritu de concordia. Y no lo hemos conseguido. Hemos dejado aflorar repartidores de odios pasados…. Ahí están, siniestros, victimizados, trayendo al presente de los jóvenes lo peor de nuestro pasado y negando lo bueno. Pájaros de mal agüero, que se alimentan de los momentos trágicos…. Ellos no ayudarán, pero no son tantos, y cada vez serán menos.

España está al borde del precipicio y hay que sacarla de ahí. Es mucho peso para solo unos cuantos. De la cuerda tenemos que tirar todos, ¡todos! Sobre todo, los que menos sufren esta pandemia. Y para los votos, los vetos, las peleas y los desagravios ya habrá tiempo después.

Los españoles, en su grandísima mayoría, aman a su patria -a la tierra que los vio nacer y a su cultura, el poso que dejaron en ella nuestros antepasados-. Es verdad que ese sentimiento no gusta expresarlo a muchos, y otros –por ese motivo- lo acaparan. Pero eso ocurre con todos los sentimientos. A fin de cuentas, lo importante es sentirlos; expresarlos, menos, aunque es hermoso. Ya me gustaría a mí ver ondear al viento la bandera de España, QUE ES DE TODOS -y simboliza esa unión que tanto necesitamos- en nuestras plazas y lugares emblemáticos. Algún día, ojalá, decidamos expresar lo que sentimos, sin complejo alguno.

Tengamos esperanza en salir de esta pandemia. Somos un pueblo viejo y sabio. Se me ocurren dos cosas que decir:

A tirar del carro, y ¡Viva España!

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