Écija
fue centro de la represión franquista y se adhirió
al golpe militar de 1936 desde el primer momento.
Sacamos
este artículo del baúl a raíz de de publicaciones
relacionadas con la represión de aquella época. Datos
que ha ido reuniendo la ecijana Carmen Jiménez Aguilera,
licenciada en Historia. Junto a su hermana Ángeles
Écija
fue centro de la represión franquista. La ciudad se adhirió
al golpe militar de 1936 desde el primer momento y, desde ese instante,
fue el lugar donde fueron fusilados tanto ecijanos como vecinos
de pueblos próximos de Sevilla y Córdoba, que defendían
la legalidad de La República.
Unos 100 vecinos
de Écija fueron fusilados tras el golpe. Otros 200 fueron
represaliados. Son datos que ha reunido Carmen Jiménez Aguilera,
licenciada en Historia. Junto a su hermana Ángeles, esta
ecijana lleva dos años poniendo nombre y apellidos a los
fusilados ecijanos bajo el franquismo. Ambas colaboran con el Foro
por la Memoria de Córdoba.
En el Archivo
Militar de Ávila se conservan textos de la Causa General
del franquismo, "escritos por los vencedores, por lo que no
se sabe qué credibilidad pueden tener", alerta Carmen
Jiménez. Los textos atestiguan que la guarnición de
Écija se sumó al golpe desde primera hora y, desde
allí, reprime al resto de la comarca.
La prisa por
controlar Écija se explica por ser lugar estratégico
entre Sevilla y Córdoba. La actitud de los militares tampoco
fue una sorpresa: los textos que documentan su participación
recogen que fueron sancionados en 1932 por secundar el fallido golpe
de Estado de Sanjurjo.
La ciudad quedó
sometida a las 22.00 horas del 18 de julio de 1936. "La noche
transcurre bajo el mandato de pánico que hubimos de sembrar.
No hay quien chiste", escriben los golpistas en su narración
de los hechos.
No son meras
palabras. Esa noche, el oficial Tello González de Aguilar
lee el bando de guerra en la plaza del Salón. Allí
cayó el primer asesinado, un vecino apodado El Hormiguita
que, tras la lectura del bando militar, gritó "¡Viva
el ejército rojo!". González de Aguilar le pegó
un tiro.
Hay más
nombres de la represión, como Manuel Cuenca Crespillo, dirigente
de la Casa del Pueblo. Su nieta, Ángeles Casado, cuenta que
"cogieron armas y les hicieron frente [a los franquistas]".
También mataron a la suegra de éste, Pastora Soto
Valderrama, una mujer de izquierdas y madre soltera, por bordar
una bandera republicana. Le pegaron un tiro delante de sus nietos.
Más nombres.
Fernando del Marco, relojero del Ayuntamiento, fue fusilado en agosto
del 36, con los concejales y el alcalde de entonces, Juan Tamarit
Martel, de Izquierda Republicana, apodado el Sorongo. A José
Rodríguez Fernández, 25 años, trabajador en
un cortijo, lo llevaron a Santa Cruz, a los graneros de Palmita,
pajar convertido en cárcel, antes de acabar con su vida.
Juan y Celedonio Parque Martínez, uno de ellos menor de edad,
fueron vistos por su hermana pequeña atados y muertos en
el cementerio.
Les habían
dando el tiro de gracia. Cuando abrieron la fosa común, en
los años 80 del pasado siglo, vio que seguían atados
entre sí.
"Casi todos
estos muertos no existen", señalan Carmen y Ángeles.
"Son desaparecidos, porque en el registro no aparecen y, por
tanto, no están oficialmente muertos". Sólo el
recuerdo y el testimonio de sus familiares permite decir que fueron
asesinados.
Tampoco es posible
asegurar que estén en la fosa común del cementerio
municipal. "La fosa y el monolito se levantaron sin un censo
y sin contar con que había más fosas", comentan,
"aparte de que los testigos hablan de fusilados y abandonados
en varios lugares y de que una parte de la fosa no está abierta".
Ni se mató
a todos el mismo día ni en el mismo sitio. "Igual hay
grandes fosas que pequeños enterramientos", añaden.
Tampoco se hizo un archivo fiable. El registro se hizo en papelitos.
Por ejemplo, así se inscribió el nombre de Tamarit
Martel. Una curiosidad: cuando el fusilado tenía titulación,
se le añadía el don.
Para poder certificar
esas desapariciones, las dos hermanas han recurrido al registro
del orfanato de la época, donde constan más de 70
expedientes de niños que no tenían padre "porque
estos fueron fusilados o eran desaparecidos".
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