Ramón
Freire escribe: "A la memoria de mi amigo Francisco Aguilar
Hidalgo El Poli".
Cuando
anoche regresé de Granada, donde estuve con mi hija
que estudia en dicha capital, me enteré del fallecimiento
de mi admirado amigo El Poli.
Un tremendo dolor me sacudió el cuerpo. Inmediatamente
me vino a la memoria, tantas y tantas reuniones, tertulias
y comentarios que hemos compartido. Las entregas de tapas
al pregonero de Semana Santa, que cada año organiza
la tertulia El Hermano Martillo, donde él, con su sangre
de confalonero, de trono verde y torero, y yo, con la de sangre
y dolor en túnicas coloradas, suponía tener
un encuentro, junto con los demás que han sido pregoneros
de la Semana Santa ecijana, donde brotaban versos y poemas
de su parte, llenos de sentimiento, a los que respondíamos
con otros y terminábamos dándonos un fuerte
abrazo, alardeando ambos de que sea cual sea la advocación
de nuestros sentimientos, Cristo sólo es uno e indivisible.
Mi amigo Poli, se ha ido, pero no se ha marchado. Parece una
incongruencia pero no lo es, porque siempre permanecerá
junto a nosotros, a los que somos ecijanos de pura cepa, que
defendemos, a capa y espada nuestras raíces y costumbres,
como era él y tal como lo inmortalicé en mi
libro Los Títulos que el pueblo concede, apodos ecijanos.
Pero lo que sí ha perdido Écija, además
de a una gran persona y ecijanista de pura cepa, ha sido a
un magnífico poeta, escritor y excelente cofrade, pero
estoy seguro que la confalonera Virgen de la Esperanza, la
de trono verde y torero, lo habrá envuelto ya en su
capote celestial por los ruedos del cielo.
Un fuerte abrazo.
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