Cuando en 1519 Hernán Cortés llegó a la
isla de Cozumel, en la península de Yucatán, se
enteró de que en aquellas tierras se encontraban varios
náufragos españoles, miembros de expediciones
anteriores, que habían sido tomados prisioneros por los
mayas. Dispuso entonces que los buscaran y que los rescataran
para que se unieran a su expedición; fue así como
uno de aquellos náufragos, Jerónimo de Aguilar,
oriundo de Ecija, se enteró de la llegada de Cortés
y fue a otro pueblo en busca de Gonzalo Guerrero, nacido en
Palos, para llevarle la grata nueva. Menuda sorpresa debió
de llevarse Aguilar, pues ante la noticia de que naves españolas
los esperaban en Cozumel, Guerrero respondió con estas
palabras, que han quedado grabadas en la historia y que llegan
a nosotros gracias a Bernal Díaz del Castillo, quien
las relata en su Historia verdadera de la conquista de Nueva
España:
“Hermano Aguilar, yo soy casado y tengo
tres hijos, y tiénenme por cacique y capitán cuando
hay guerras. Id vos con Dios, que yo tengo labrada la cara y horadadas
las orejas. ¿Qué dirán de mí cuando
me vean esos españoles ir de esta manera? Y ya veis estos
mis hijicos cuán bonicos son”.
La mujer de Gonzalo Guerrero no se quedó
atrás e increpó así a Jerónimo:
“Mira con qué viene este esclavo
a llamar a mi marido; íos vos y no curéis de más
pláticas”. Aguilar tornó a hablar a Gonzalo,
que mirase que era cristiano, que por una india no se perdiese
el ánima, y si por mujer e hijos lo hacía, que los
llevase consigo si no los quería dejar. Y por más
que le dijo y amonestó, no quiso venir.
Finalmente Jerónimo llega ante Cortés,
y en un principio no se le reconoce: su piel era morena por el
fuerte Sol peninsular, ya que trabajaba en las sementeras cultivando,
y estaba ataviado como indígena, además de que tenía
cortado el cabello como esclavo. Según Díaz del
Castillo, hablaba mal el castellano, “mal mascado y peor
pronunciado”, pues había pasado ocho años
entre los mayas y había aprendido su idioma, en detrimento
del castellano. Guardaba celosamente un libro de Horas, pues era
diácono.
(Continuará)
Bibliografía:
Pasajes de la Historia No.
11 Hernán Cortés y la conquista de México
/ mayo 2003
Textos: Eduardo Matos Moctezuma.
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