El
día después: ¿Pan y circo? Artículo
de Manuel Díaz Márquez
lunes,
2 de julio de 2012
Hoy,
más que nunca, la tan cacareada e hiper-reutilizada
frase latina: pan y circo, pierde un poco más de sentido.
Ayer nuestro país vivió una subida de ánimo
generalizada con la aplastante victoria de la selección
española de fútbol ante la maltrecha italiana.
Las calles se llenaron de personas con los ojos brillantes
y las gargantas rotas por el enorme logro conseguido. Se había
hecho historia. España se había erigido como
la dominadora absoluta en Europa. Éramos los mejores.
El propio seleccionador español llegó a decir
que esta victoria era un logro del pueblo español...
pero no.
La
Eurocopa terminó, la dominadora absoluta en Europa
sigue y seguirá siendo Alemania (aunque la eliminaran
en semifinales), y nuestros futbolistas volverán a
casa, a un país sumido en la decadencia política,
económica y, sobre todo, en una decadencia de valores.
Ayer se hizo historia, pero por otros motivos.
Ayer,
mientras todos mirábamos a otro lado cegados por la
brillantez de nuestro equipo, dejamos de ver por un momento
cómo nos apuñalaban por la espalda nuevamente.
Nuestro equipo de gobernantes, distando mucho de la brillantez
que demuestran nuestros futbolistas, volvieron al vil recurso
de dar el latigazo cuando el pueblo está más
apaciguado. Aprovecharon para que la salida de las masas a
la calle fuera de alegría, y no de indignación.
Entró en vigor el repago de medicamentos, subió
la luz (un 3'95 %), el gas (un 2'26 %) y la bombona de butano
(un 5'92 %), mientras el pueblo saltaba en las fuentes y celebraba
pitando con sus coches hasta altas horas de la madrugada gritando
el "Yo soy español, español, español".
Un golpe maestro.
Ayer
terminó la Eurocopa, se acabó el fructífero
circo. Pero también se dio un paso más hacia
la falta de pan. Y lo más terrorífico de todo
este asunto es que, sin pan y sin circo, parece que la gente
sigue dispuesta a agachar la cabeza. Ya no sirve el pan y
circo para explicar esta situación. El pueblo ha perdido
el carácter definitivamente: sin pan y sin circo también
puede aborregarse a una sociedad. Sólo es necesario
un poco de miedo unido a una gran cantidad de desidia. Lamentable
pero cierto.