El
portero José García Ojeda
de Écija, leyenda del Jaen, cuenta el gol que le marcó
Di Stéfano.
Al lado
de los conocidos Arregui, Uceda o Ayala, hizo historia al
ascender por primera vez con el Real Jaén a la máxima
categoría del fútbol español, en la temporada
1952/53.
Su
popularidad llegaba a tanto que había una canción
de los años 50 que decía: "Mamá,
futbolista quiero ser, del equipo de García Ojeda,
que juega muy bien". José García Ojeda
es el testimonio vivo de una plantilla legendaria que, en
dos años y medio, ascendió con el Real Jaén
de Tercera a Primera División. Como agradecimiento
al tiempo que el portero vistió la camiseta blanca,
la Asociación de Veteranos del club le homenajeará
el sábado 11 de febrero en un partido contra el Cádiz,
su otro equipo.
"Le
pegaba muy bien al balón y era muy rápido",
apunta su hijo Juan Carlos. No es de extrañar que sus
ídolos de aquella época fueran Di Stéfano
e Iríbar. Pronto se convenció, no obstante,
de que lo suyo era estar bajo los palos. Agilidad, reflejos
y una intuición sobrenatural para las salidas eran
sus mejores virtudes como guardameta. "Me gustaba mucho
salir a por el balón, lo hacía muy bien. Gritaba:
'¡mía!', y el balón siempre iba a mis
manos. Aunque también me equivocaba muchas veces. Lo
que peor llevaba era que me 'ametrallaran'", recuerda
mientras sonríe.
El primer
equipo para el que jugó fue el Écija, y después
pasó al Xerez, que lo cedió un año al
Olímpica Jiennense.
Cuenta
como fue el gol que quedó marcado para siempre en la
memoria de José. En un partido oficial (probablemente
de copa) contra el Real Madrid en La Victoria, se enfrentó
al mejor futbolista del momento y, a la postre, uno de los
grandes de la historia. Don Alfredo Di Stéfano. “Me
metió un gol de tacón. Se adentró en
el área de espaldas, pegó un taconazo y me la
coló. No pude hacer nada”, manifiesta orgulloso.
“Al final del partido hablé con él. Me
acerqué y le dije: ‘ha estado muy bien’.
Era un tipo bastante simpático y buena persona".