En
la contienda por la Secretaría del PSOE, artículo
de máxima actualidad, presente los niños de
Écija.
Recordamos
los acontecimientos: La exministra socialista
Trinidad Jiménez ha asegurado hoy que aunque el PSC
optó por la candidatura de Carme Chacón a la
secretaría general del partido, ahora estará
detrás del elegido Alfredo Pérez Rubalcaba,
al igual que el resto del PSOE, porque "lo importante
es recuperar la confianza de los ciudadanos".
Artículo
de Manuel Alcántara, "Ganando se aprende",
en el Diario Vasco.
Siempre
hay gente que aplaude a los que patalean y eso contribuye
mucho a que los críticos, que no acostumbran a pagar
su entrada, digan que ha habido diversidad de opiniones. Los
partidarios de Carme Chacón, que no es ni la Carme
de España ni la de Mariné, ya que hubo fuga
de vocales, no saben festejar la apretada derrota. Habló
Rudyard Kipling, en un poema excesivamente festejado de los
muchos verdaderamente grandes que escribió, de que
hay que saber mirar a la victoria y al fracaso como lo que
en realidad son: dos impostores. Estamos de acuerdo, pero
hay que reconocer que todos vemos con mejores ojos el éxito.
Es tan fotogénico que sale favorecido incluso en los
carnés de identidad, donde no se reconoce casi nadie.
Después del resultado de la íntima trifulca
hay más descontentos que gozosos. Las luchas internas
son ahora mediopensionistas. No pueden tomar al silbato del
árbitro por el pito del sereno, ya que están
sujetos al mismo reglamento. Salvo el señor Álvarez
Cascos, que tiene cada día más cara de 'sparring',
y denuncia una pinza autonómica, los demás vencidos
tienen que aceptar el veredicto del igualadísimo combate.
El llamado Tomás Morales, que creyó que recortarse
las patillas, dignas de uno de los siete componentes de los
legendarios niños de Écija, equivalía
a tener un aspecto sumamente distinguido. Los otros aspirantes
no enmascararon sus intenciones. Ahora se extiende el malestar
entre ellos, ya que sospechan que van a estar mucho peor,
sobre todo de dinero.
Edificar sobre las ruinas tiene mucho mérito, pero
lo tiene mucho mayor sembrar bajo el «amarillo jaramago»
del que tanto hablan nuestros clásicos. La tierra no
está baldía. Lo que ha ocurrido es que los interesados
cosechadores han venido abusando de ella. Aunque pusieran
espantapájaros en los sembrados para guardar un cercado
que es casi ajeno.
El
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