Los
guitarristas Torres y Cano - hijo de padres de Écija
- revisan sus emociones en los 'Jueves Flamencos' en Sevilla.
La
trayectoria de los guitarristas y compositores Juan Antonio
Suárez Cano (Barcelona, 1973) y Jesús Torres
(Baracaldo, 1965) ha caminado en paralelo. Marcados por ser
hijos de emigrantes en el norte -el primero de familia extremeña
en Barcelona, y el segundo de padre gitano y de Écija
que marchó a trabajar a los Altos Hornos de Vizcaya-,
su infancia está preñada de recuerdos donde
la fiesta del flamenco era el vínculo esencial con
las raíces. Sus carreras, influidas por el magisterio
de Riqueni y de Paco de Lucía, nacieron, como la de
los flamencos antiguos, en bares y tablaos. Jesús Torres,
que esta noche presenta su disco Viento del Norte, aprendió
a tocar "en un mes y medio con un vecino". Al poco,
Torres ya acompañaba el cante por bares: "Al final
del espectáculo se rifaba una botella de licor para
pagarnos", recuerda. La primera escuela de Cano, que
presenta temas de su disco Son de ayer, estuvo en los tablaos
de la capital catalana: "Por allí pasaron todos
los que hoy son primeras figuras del baile", dice.
Por encima
de la coincidencia de unos comienzos siempre azarosos, a este
par de compositores les une una sincera admiración
mutua. "Cuando sabía poco, me emocionaba fácilmente.
Luego, a medida que iba conociendo más el mundo de
la guitarra, eso cambió. Pero con Cano no me pasa.
Siempre, casi siempre que lo veo, lloro", confiesa sin
rubor Jesús Torres de su compañero y amigo.
"Aparte de los lazos personales que nos unen, hemos trabajado
mucho juntos y puedo decir que Cano tiene uno de los sellos
más personales que existen", continúa el
tocaor vasco. Para Cano, "Jesús tiene una gran
técnica que hace que plantee todo de forma redonda".