Si hay algo por lo que se caracteriza internet es por la cantidad
de sorpresas con las que te puedes encontrar buscando algún
tipo de información. Son muchas las personas naturales
de esta ciudad de Écija que a lo largo de la historia
han destacado mas allá de nuestras fronteras y que quizás
no hemos llegado a conocer nunca.
En la época de los conquistadores hubo un ecijano, a
caballo entre la historia y la leyenda, que debo confesar no
había escuchado hablar de él hasta que cierto
día me topé con su nombre y decidí apuntarlo
en mi agenda particular para investigar en un futuro sobre su
persona. Localicé hace unos días este apunte y
sin darme cuenta quedé enredado en la red de redes buscando
información relativa de su paso por la historia. Como
supongo que hay muchas personas que no habrán tenido
ocasión de escuchar hablar de él, pongo aquí
algunos retazos y páginas que pueden servir para indagar
y conocerlo de forma más particular.
En cuanto a su biografía,
he tomado como referencia
la información del Diccionario de Historia de Venezuela.
2da Edición. Caracas: Fundación Polar, 1997. Tomo
IV, página 47, (Manuel Pérez Vila)
Nació en Ecija (España), en fecha desconocida,
y falleció en el estado Zulia, Venezuela, en septiembre
1536.
Soldado de las huestes de los Welser. Su nombre legendario
se ha convertido en un símbolo del espíritu religioso
del conquistador. El nombre de Martín Tinajero no figura
en ninguno de los documentos coetáneos que se conocen,
ni tampoco en los registros de la Real Hacienda o en los «Libros
de Cuentas de Bienes de Difuntos» que se llevaban en Coro
de 1529 a 1538; por consiguiente, su presencia en la jornada
que Nicolás de Federmann realizó al interior de
la actual Colombia sólo puede deducirse de lo que los
cronistas coloniales fray Pedro de Aguado y fray Pedro Simón
(a quienes siguió luego José de Oviedo y Baños)
escribieron acerca de la vida y la muerte de este conquistador.
La expedición alcanzó la región de Río
Hacha a mediados de 1536; ante las dificultades que se le presentaban,
Federmann decidió regresar directamente a Coro y ordenó
al grueso de la hueste que marchase al mando del capitán
Diego Martínez hacia los llanos de Carora; los resultados
de esta jornada fueron desastrosos: en un informe de 1541 se
decía que la «…armada de los alemanes (...)
se perdió y murió la más gente de sed y
de hambre…» En medio de tantas penurias, según
relatan los mencionados cronistas, los miembros de la hueste
observaron lo «bien y cristianamente» que vivía
Martín Tinajero, quien a pesar de hallarse enfermo no
se quejaba, y cumplía sus obligaciones de soldado.
Entre éstas, ir en busca de comida. «…En
esta salida», escribe Aguado, «le aquejó
cierta enfermedad que tenía de que murió, y fue
enterrado por sus compañeros en un hoyo o concavidad
que en invierno había hecho el agua y cubierto el cuerpo
con tierra, y dejándolo así se volvieron con su
provisión o mantenimiento al campo; y dende a ciertos
días se ofreció ir gente otra vez aquella propia
parte donde el cuerpo de Martín Tinajero estaba o había
sido enterrado; y queriendo ver los españoles si los
indios habían andado con o lo habían desenterrado,
hallaron que estaba el cuerpo algo descubierto y le salía
un cierto olor muy suave y agradable y con tanto ímpetu
que más de cincuenta pasos a la redonda ocupaba el campo,
y admirados de aquella maravilla se volvieron sin llegar a él,
porque estaba cubierto de una gran multitud de abejas de las
que crían miel, y muchos, por lo que de aquel hombre
conocieron y por lo que después en su cuerpo muerto vieron,
juzgaron ser algún bienaventurado; mas como nuestros
españoles y su capitán y caudillo llevaban los
ojos puestos en las riquezas que deseaban haber, no curaron
de examinar aquel caso ni ver si eran dignos de llevar consigo
aquel cuerpo o darle eclesiástica sepultura…»
Fray Pedro Simón, quien en esta parte se basa en fray
Pedro de Aguado, hace un relato similar en lo sustancial, y
comenta: «Volvieron con estas nuevas al real [al campamento
de la hueste], con que todos juzgaron [refrescando las memorias
de las costumbres y vida que habían conocido en él,
en toda la suya], que había sido un gran siervo de Dios».
Aunque en ninguna de las fuentes se señala el lugar ni
la fecha en que ocurrió su muerte, ha de haber sido en
la región situada al sur del lago de Maracaibo hacia
septiembre de 1536.
Página:
HISTORIA
DE VENEZUELA
(Continuará)