Se
vende un billete del tercer premio de la lotería deNavidad
en Écija.
La
fortuna se acordó de Écija. La suerte le llegó
este jueves 22 de dciembre en forma de número: el 02184,
el tercer premio del Sorteo de Navidad que dejó en
la localidad 500.000 euros. La administración que repartió
tal cantidad de dinero fue la que regentan Antonia Zafra (propietaria)
y su hijo, Alonso Vivas.
Cámaras de televisión y fotógrafos aguardaron
más de dos horas a la espera de que algún premiado
apareciera por la Plaza del Salón del municipio para
canjear el décimo. Expectación que no se vio
recompensada. Sólo uno de los que habían comprado
el 02.184 acudió al punto de venta en cuanto se supo
que correspondía con el tercer premio. "Llegó
antes de que vinieran los medios de comunicación. No
quiere que se dé a conocer su identidad", señalaba
Vivas, a lo que una vecina añadía que "en
estos tiempos no conviene que se sepa que te han tocado 50.000
euros, te salen parientes y amigos por todas partes pidiendo
favores".
En concreto, son 500.000 euros la cantidad repartida por esta
administración en Écija, cifra que superó
en 2007 cuando la Lotería dejó en Écija
9 millones de euros gracias a un quinto premio vendido en
este despacho, el mismo que en 2005 había repartido
20 décimos de un cuarto premio. La fortuna, en este
sentido, ha sido muy generosa con esta administración
que cuenta con 35 años de historia y que linda con
la Iglesia de San Francisco -abierta ayer para la visita de
los escolares al belén- y con una calentería,
donde Nuria Ruiz ha sido vecina de la suerte sin poder disfrutarla.
"Da coraje saber que has estado tan cerca, que la he
rozado y no haber comprado el décimo, pero me alegro
de que le haya tocado a personas que lo necesiten y que lo
repartan mis vecinos", comentaba Ruiz mientras vendía
los últimos calentitos de patata y aceite.
A la una de la tarde llegaba el momento de descorchar el champán.
Lo hizo Alonso Vivas en compañía de su madre
y las otras dos trabajadoras de la administración:
Inma Majón y Mónica Zafra, quienes explicaban
que los décimos se habían vendido en "ventanilla".
Las televisiones -ante la falta de agraciados- necesitaron
de extras, que si bien no compraron el décimo, se quisieron
sumar a una fiesta de espuma y jolgorio. Mucho mejor esta
ficción que aquella realidad de agua y barro.