Los únicos que corren el riesgo de equivocarse son los
que lanzan hipótesis. Lo hizo la arqueóloga Ana
Romo, que durante varios años ha podido investigar a fondo
el subsuelo del corazón urbano de Écija, el conocido
Salón, y pese a tener en su mano un sinfín de datos
y evidencias, eligió un camino que acaba de ser desmontado
por otros colegas suyos, en este caso procedentes del ámbito
universitario.
Romo mantiene en su memoria científica,
entregada a Cultura en septiembre, que la piscina hallada en el
Salón se corresponde con una natatio, es decir, una de
las salas de los baños romanos de la antigua Astigi; e
identifica otra dependencia, la palestra o sala de gimnasia, que
viene a coincidir con el lugar en el que hasta antes de las obras
se ubicaba la fuente central que decoraba la plaza. En su interpretación,
asocia el relevante hallazgo de la enorme escultura de mármol
conocida como la Amazona herida, amén del resto de fustes,
columnas y esculturas (un torso, un pie de atleta...) al suntuoso
programa decorativo que debieron tener los baños.
Pues bien, su tesis fue anteayer desmontada y
revisada por el equipo de historiadores y arqueólogos de
la Universidad de Sevilla que desde 1992 viene trabajando en la
carta arqueológica de Écija bajo el auspicio de
la Consejería de Cultura. El equipo dirigido por el profesor
Pedro Sáez e integrado por Salvador Ordóñez,
Enrique García Vargas y el también arqueólogo
municipal de Écija, Sergio García-Dils, expuso en
el marco del VII Congreso de Historia que se está organizando
estos días una lectura diametralmente opuesta a la de Ana
Romo y basada, según aducen, en la contextualización
de los hallazgos del Salón con relación a los registrados
en zonas aledañas con anterioridad.
Según este análisis, la piscina
sería un estanque adyacente a un templo de culto imperial,
asociado además, por su ubicación, a la Vía
Augusta. "¿Cómo se explica, si no, que haya
aparecido el frigidario y no otras piscinas anexas, ni los vestuarios
de las termas o sus conducciones hidráulicas y de aire,
que son espectaculares y son difíciles de esconder?",
se pregunta García-Dils. Y va más allá: "¿Qué
sentido tiene una palestra con sólo 7 metros de ancho cuando
los patios de ejercicio romanos más pequeños que
se conocen son al menos cinco veces más grandes y, además,
estaban porticados?".
El paralelismo con Mérida, donde se conservan
dos estanques alrededor de un templo de culto imperial similar
al que tendría Astigi, amén de la docena larga de
capiteles hallados en 1959 en el edificio cercano que hoy ocupa
Caja Madrid y los enormes pilares de Santa Bárbara, avalan
la teoría de estos expertos, que subrayan que "lo
hallado son restos del gran edificio público que había
en la zona, pero no de las termas, que aparecerán algún
día en otro lugar".
La intención de los expertos con esta reinterpretación
no es otra que la de "dar una hipótesis más
científica sobre los hallazgos del Salón y abrir
nuevas vías de investigación histórica".
Al tiempo que destacan que la nueva interpretación, a la
vez que "más lógica", arrojan si cabe
mayor interés a los restos.
Ana Romo, integrada hoy día en el organigrama
de la Consejería de Cultura, se desvinculó del proyecto
tras las pasadas elecciones municipales. La dirección recayó
entonces en García-Dils, que ha planteado una serie de
catas en la mitad de la plaza en que Cultura admite la construcción
de un aparcamiento subterráneo que, además de confirmar
las tesis de su equipo, serán sus futuros accesos. Tendrá
cuatro plantas y 300 plazas.
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