Es una larga travesía del desierto la que lleva recorrida
la Iglesia de la Limpia Concepción de Nuestra Señora
de Écija, conocida como «Convento de los Descalzos».
Una historia de abandono e incuria que puede acabar en la ruina
total de esta iglesia, máxima expresión del barroco
andaluz y una de las joyas del Siglo de Oro ecijano, que languidece
ante el olvido de las instituciones públicas, cerrada
al culto y viviendo un, por ahora, inevitable deterioro.
Ni los ayuntamientos andalucistas ni el actual, formado por
una coalición PSOE-IU, ha tomado medidas serias y contundentes
para salvar esta iglesia, recogida en el Plan Especial de Protección,
Reforma, Interior y Catálogo del Conjunto Histórico
Artístico de Écija. Tampoco la Consejería
de Cultura ha movido sus recursos y solamente actuó sobre
la espadaña, que corresponde estilísticamente
al barroco del siglo XVIII, «una intervención lamentable,
ya que se está desprendiendo el enfoscado», según
ha asegurado el escritor e integrante de la asociación
«Amigos de Écija», Juan Méndez Varo.
El templo, ubicado en la calle de la Marquesa, se construyó
en el siglo XVIII aledaño al convento que perteneció
a los Carmelitas Descalzos -fundado por Sancho de Rueda y Catalina
de Cárdenas en 1591-, hasta la Desamortización
de Mendizábal. Aunque los frailes carmelitas volvieron
a primeros del siglo pasado, en los años sesenta lo dejaron
definitivamente. El convento fue asilo de las Hermanitas de
los Pobres hasta su enajenación y posterior derrumbe.
En el espacio expedito se construyó un bloque de viviendas
de VPO.
Durante años la iglesia ha ido perviviendo y sufriendo
un progresivo deterioro, a pesar de haber estado en el punto
de mira de la Hermandad de la Sagrada Mortaja, que quiso radicarse
en ella y que hoy cuenta con capilla propia, la de San Felipe
Neri. En este periodo, siendo párroco Esteban Santos
Peña, se fraguó la idea de la cofradía
en 1989 y se llegaron a celebrar besapies con las imágenes
del Cristo de la Misericordia y la Virgen de los Dolores. También
se marcharon hacia mediados de los años 90. En 1994 llegaron
los Padres Sacramentinos a Écija, tres de cuyos miembros
componen la comunidad que se ocupa en la actualidad de la iglesia.
Fue nombrado rector el padre Ildefonso Martín, superior
de la comunidad, por el entonces arzobispo, monseñor
Amigo.
Primeras y únicas obras
El padre Ildefonso Martín se encontró con los
pilares del templo alarmantemente reventados y el agua de la
lluvia entrando por los tejados y esas fueron las primeras y
únicas obras que hasta ahora se han realizado. Comenzaron
en 1998 y concluyeron en 1999. Fueron unos trabajos básicos
que no permitieron abrir las puertas de la iglesia. Para estos
arreglos se concedieron 12.000 euros por parte del Consistorio
y 6.000 de la Diputación. El Arzobispado, por su parte,
y con un fondo de emergencia, mandó al arquitecto diocesano,
que apuntaló los pilares.
Según indican tanto el padre Ildefonso como Méndez
Varo, «solamente gracias a la iniciativa privada ciudadana,
a las ayudas personales», que ascendieron a 90.000 euros,
se solventaron graves problemas de la iglesia, los más
urgentes. Así, pudieron arreglarse las cubiertas, dotar
de abrazaderas metálicas a los pilares y tapar una gran
grieta debida al derrumbe del convento, que hacía de
contrafuerte que atravesaba la fachada, quebraba la pared que
se sitúa detrás del altar mayor y se advertía
a lo largo de la bóveda.
A estos problemas se une el que viven los tres miembros de la
comunidad sacramentina, que habitan en la mitad de dos plantas
que construyeron los carmelitas encima de la Sacristía,
ya que en su segunda venida a Écija, no pudieron vivir
en el convento primitivo. Dividieron la Sacristía en
dos mitades, para que una de ellas fuera Receptorio. La preocupación
del padre Ildefonso es el pésimo estado que presentan
los muros y la azotea de esas dos plantas, que dan a un callejón
privado y ofrecen un peligroso estado de desprendimiento.
Desesperanzado, el rector de los Sacramentinos, insiste en que
es imprescindible el arreglo. No sabe exactamente cuánto
presupuesto necesitaría esta actuación, «porque
cualquier estudio cuesta mucho dinero», pero en un primer
cálculo, podrían ser unos 78.000 euros.
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