Martín
Tinajero, conquistador nacido en Écija, entre la historia
y la leyenda. El Milagro tras su fallecimiento.
Los
cronistas cuentan que en el lugar donde yacía Martín
se obró el prodigioso hecho de emanar agradables fragancias
que provenían del propio Martín y cuyo cuerpo
se encontraba cubierto de abejas que producían su miel
en él mismo.
Todo
esto hace de Martin Tinajero un personaje que se debate entre
la épica y la leyenda:
«Proseguía con ella el Capitan Martínez
su derrota, con el orden que llevaba, caminando por lo alto
de la serranía, con mas falta que abundancia de comidas,
con que desde luego fueron experimentando mil aflicciones.
A pocas leguas de como entraron en esta tierra doblada, sucedió
un notable caso, y digno de que no se nos quede en el tintero.
Entre los soldados que seguían al Capitan Martínez,
era uno llamado Martín Tinajero, natural de la ciudad
de Ecija, en el Andalucia, hombre que al parecer de todos
vivia muy a lo cristiano, sin ofensa de nadie, y por consiguiente
amigo de todos; fue necesario que un caudillo, llamado Hernando
Montero, se apartase de buscar comidas, por la necesidad que
llevaban, con hasta veinte compañeros, entre quienes
iba este Martín Tinajero, al cual (en esta misma salida)
aquejo tanto cierta enfermedad que tenia, a que ayudaban también
las necesidades comunes a todos sus compañeros, que
al fin lo tuvieron sus días.
Enterrandolo
sus compañeros en un hoyo que parecía haber
hecho el agua de una rambla en tiempo de invierno, que por
aquella tierra no hay otra mas que la que se detiene en estos
hoyos. A este tiempo (de que puedo ser testigo, pues en mas
de cuarenta leguas caminando por aquel país no la pude
hallar mas que en dos partes) dejaron en esta que he dicho,
enterrado el cuerpo, y con la comida que pudieron recoger,
tomaron la vuelta del campo, que como caminaba poco por ir
esperando a Nicolas de Fedreman, se detuvo algunos días
en aquella comarca. Sucedió que después de algunos
que habían enterrado el cuerpo de este hombre, se ofreció
volver otra tropa y en ella algunos soldados de los que lo
habían enterrado por aquel mismo paraje, y queriendo
por curiosidad y por ver si los indios habían dado
con el y lo habían desenterrado, llegar al sitio donde
lo habían dejado ; mas de cincuenta pasos antes que
llegaran a el, les vino un olor tan peregrine, suave, agradable
y vivo, que quedaron como fuera de si, admirados, mirándose
unos a otros, y preguntándose qué seria aquello,
alargaron los ojos a la parte de la sepultura, y vieron que
estaba el cuerpo de Tinajero algo descubierto, y que de el
salia aquella suavidad de olor. No osaron llegar mas que hasta
donde lo pudieron ver y enterarse que era el, porque estaba
cubierto de un enjambre de abejas, de que hay muchas en aquella
tierra, que hacen su miel en los huecos de los troncos.»