Sorprendidos el pasado viernes ante la muerte de Sor Juana, experimentamos un sentimiento de dolor y de esperanza al mismo tiempo, pues la vida no acaba después de la muerte y la comunión entre el suelo y el cielo permanece en nuestros corazones muy agradecidos por haber conocido la inmensa labor apostólica de Sor Juana.

Su espiritualidad brillaba en sus ojos, abiertos siempre al mundo; su compromiso con la parroquia, con el coro, con la catequesis, con la docencia, son un ejemplo y un testimonio que nos impulsa a seguir sus huellas en esta ciudad de Écija por la que tanto hizo en su trayectoria humana. Su sonrisa y su voz seguirán cantando por siempre en la Parroquia de Santiago.

Descanse en paz en la gloria con Cristo Resucitado.

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Información:Ciberecija.(24/08/2008)