La consejera de Cultura firma la orden por la que legaliza
la valiosa colección de 108.000 piezas amasada por el
ingeniero madrileño a base de reiteradas adquisiciones
ilegales
. La Consejería de Cultura da por finiquitado el largo,
tedioso y costoso caso Marsal con la firma, ayer, por parte
de la consejera, Rosa Torres, de la orden por la que acepta
el ofrecimiento efectuado por el ya retirado ingeniero de Caminos
madrileño Ricardo Marsal Monzón "de la totalidad
de su colección arqueológica, incluidos los documentos
que guardan relación con este denominado Fondo Arqueológico
Ricardo Marsal Monzón que servían para su estudio
e inventario", según reza en un comunicado remitido
ayer por Cultura.
No será, sin embargo, exactamente todo lo que pase a
manos de la Junta, puesto que habrá una mínima
parte, testimonial si se quiere, que le será devuelta:
la correspondiente a las piezas que adquirió en subastas
públicas, en su mayoría procedentes de fuera de
España.
Como se recordará, la colección amasada por Marsal
a partir de reiteradas y millonarias compras practicadas desde
los años 70 en subastas y, sobre todo, a piteros y expoliadores,
le fue requisada por el Seprona en febrero de 2002 a resultas
de una investigación que comenzó el verano de
aquel año y en la que la Benemérita halló
indicios suficientes como para intervenir en dos de las fincas
que Marsal posee entre los términos de Herrera y Écija.
La operación, la más importante de este tipo efectuada
en España hasta la fecha, supuso la incautación
de 107.862 piezas arqueológicas que, en lo cronológico,
abarcan desde el tercer milenio antes de Cristo hasta la Edad
Media, siendo incalculable su valor crematístico.
La Junta, personada en el caso contra Marsal junto a otras administraciones,
a quien se acusaba de un presunto delito de receptación
de bienes patrimoniales de procedencia ilícita, anunció
el pasado febrero un acuerdo con éste para abandonar
la vía judicial a cambio de que el ingeniero donase la
colección. Y así ha sido, aunque para poder cerrar
el acuerdo la Junta haya debido claudicar en un aspecto especialmente
sensible: el lavado público de la imagen de Marsal, una
exigencia indispensable para poner fin al contencioso.
Según ha reconocido su abogado, su cliente exigía
un desagravio al entender que era de justicia reconocer su generosa
aportación al patrimonio andaluz. Y Cultura, no sin polémica
interna, lo hace constar en el comunicado: "(...) [a Marsal]
ha de agradecerse su gesto por su contribución al enriquecimiento
del Patrimonio Histórico andaluz".
Visto en perspectiva, Marsal ha pasado de estar acusado de incentivar
el mercado del expolio con sus convulsivas compras, por lo que
fue puesto a disposición judicial, a quedar como un donante
al que el Gobierno andaluz le alaba el gesto. Ante tal desenlace,
hay quien se pregunta si no se ha sido demasiado benevolente
con el ingeniero, aunque hay coincidencia en que, en un caso
de la potencia de éste, lo relevante es velar por la
colección, cuya salvaguarda ha quedado garantizada.
No en vano, los fondos –custodiados por mandato judicial
en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico desde
mayo de 2002– seguirán en estas dependencias durante
los dos años mínimos que precisará un equipo
externo para realizar la catalogación de los 2.870 lotes
en que se ha dividido la colección. Transcurrida esta
tarea, habrá un reparto por los museos arqueológicos
provinciales o bien cesiones a aquéllos locales reconocidos
por la Junta.
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