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RATONES Y LEONES (II): LOS TONTOS por Francisco J. Fernández-Pro

RATONES Y LEONES (II): LOS TONTOS por Francisco J. Fernández-Pro
julio 19
08:56 2014

En la segunda parte de este artículo, se me antoja romper una lanza por nuestra Presidente.

Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Como decíamos, Susana Díaz es ratona, pero como es lista sabe que lo es y procura que no se entere nadie más. No pasa por urnas comprometedoras; va pasito a pasito, con mucho tiento, haciendo lo que puede, influyendo desde el cargo que le regaló su amigo Griñán (que, para eso, el cargo es de peso pesado y da un tufo a fiera que se masca), pero lo que hace, lo hace con salero, sin querer comprometerse demasiado en sus actuaciones para no dar el cante; porque Susana Díaz sabe que, mientras no se mueva demasiado, seguirán tomándola por leona y que, desde luego, en el país de los ciegos, el tuerto puede llegar a ser un rey.

Creo que a esta mujer, en el fondo, hay que admirarla porque, ya que le dejan sus compañeros, ella se busca las papas como puede y, desde luego, sabe cómo. A fin de cuentas, llegó desde Triana, a mitad de camino entre la cuna de pícaros del Guzmán de Alfarache y el Patio de Monipodio; y, además, echó los dientes en la cantera de miembras que el PSOE tiene en nuestro Sur.

Susana Díaz es lista y sabe emplear sus armas, quizá por eso a mí no me duele: porque a mí sólo me duelen los tontos. Me duelen mucho los tontos ignorantes que se creen a los listos y los encumbran; y me duelen, mucho más, los tontos pedantes que, siendo ratones, no saben reconocerse y andan, ufanos, creyéndose leones.

Un ratón es un ratón por mucho que se empeñe en  rugir hasta desgañitarse; y creo que, en esto que se llama autocomplacencia, resulta lamentable ver a tanto ratón intentando arrearle un zarpazo a todo lo que se menea. Por eso es tan importante intentar conocer nuestros límites y atenernos a ellos en lo posible. Lo contrario, suele acabar en el fracaso o en el ridículo

Durante años vi pulular por la vida pública a personajes y personajillos que se encumbraban indebidamente y, después, cuando les tocaba responder a las alturas a las que se alzaron (o los alzaron, presuponiéndoles méritos de los que carecían), se veían obligados a comprar voluntades o hacer el pino cochino para no acabar –por falta de agarre- despatarrados entre los más comunes de los mortales y, además, con el culo al aire.

Estos seres que relumbran y no alumbran, son como el oropel: muy fáciles de distinguir. Como quieren ser vistos y reconocidos, ansían las primeras filas, sin percatarse de que lo más inteligente es colocarse un poco más atrás, para poder verlo todo con una perspectiva más amplia.

Se empecinan en tener la razón, simplemente porque son incapaces de analizar más de una hipótesis por conversación y, como la prepotencia no tiene oídos para escuchar, siempre se quedan con la primera verdad que se zampan, aunque sea cualquier disparate (ejemplos vivos de la inutilidad de intentar convencer, con argumentos, la voluntad inamovible de los ignorantes irremediables)

Pero creo yo, que lo más triste de estos tontos excelsos es que, como no están suficientemente preparados para los roles que asumen, acaban padeciendo el llamado Síndrome de las alturas; terrible mal que los aísla en la estupidez y los aparta de los únicos amigos de verdad, que son los imperfectos (ya que, en la locura de la apariencia, sólo tienden a la relación con los que fingen una perfección que no existe)

Es lamentable que, siendo el Hombre el único animal que piensa que no lo es, haya tantos ratones que se pretendan leones para conseguir el poder sobre los demás en la búsqueda de una altura en la que encumbrarse; sobre todo, porque debe resultar muy triste y cansado quedarse solo, y andar todos los días a rugido fingido y zarpazo al vacío, cuando -a ras de tierra y de cordura- hay tantísimo queso para compartir con buen tinto, en la charla impagable con los amigos de verdad, que nos soportan a pesar de lo que somos y a los que nunca les importa ser sólo lo que son.

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2 Comentarios

  1. JUBILADO
    JUBILADO julio 19, 16:08

    Veo con agrado, Sr. Fernandez Pro, que no solo no le afecta el sopor veraniego a la hora e escribir, sino que lo hace con gran actividad literaria. Estupendo. Le animo a continuar deleitándonos y le sugiero que un tercer artículo sobre “Leones y Ratones” lo dedique a analizar críticamente, la labor de la Sra. Diaz al frente de la Junta.
    Al fin y al cabo es lo que interesa del personaje.
    Saludos desde Granada.

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  2. Paco Fernández-Pro
    Paco Fernández-Pro julio 21, 08:51

    Señor Jubilado, gracias por sus amables letras y disculpe la demora en la respuesta, pero su comentario me cogió un poco alejado del ordenador, en una fase de necesario y obligado descanso terapeútico.
    Le confieso que me resulta muy sugerente su propuesta y que, incluso, en varias ocasiones estuve a punto de intentar ese análisis, pero la verdad es que aún no me atreví porque, en principio, Susana Díaz me desconcertó un poco. Cuando comenzó su mandato, intuí que no estaba preparada para el cargo, pero después fui siguiéndola con cierta esperanza… Sin embargo, escuchando sus intervenciones y viendo, después, algunas de sus gestiones, hay cosas que, por desgracia, no me acaban de cuadrar.
    Buscaré los datos que me faltan y escribiré ese artículo que me pide (sus deseos y usted se merecen el esfuerzo…)
    Un saludo muy cordial, ya desde Écija.

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