DERRIBO DE PUERTAS Y ARCO A LA ENTRADA DE LA CIUDAD DE ÉCIJA por Juan Méndez Varo.
Juan Méndez Varo
El puente sobre el rio Genil se veía exornado por dos arcos, uno a cada extremo. Las puertas que cubrían dichos arcos tenían como principal finalidad, a parte de la defensiva, controlar la entrada de personas y mercancías a la ciudad, con objeto de cobrar los derechos de pontazgo. Una vez derogado este tipo de impuesto y no siendo necesario mantener un control de entradas, perdieron su razón de ser.
En 1856 la Corporación municipal y, a propuesta de su alcalde tercero, acordó el derribo del arco más próximo a la ciudad. Por primera vez se expresó contundentemente como razones primordiales para acabar con dicho arco, “la mala arquitectura, mal aspecto e inutilidad, del mismo. Curiosamente dos décadas antes Pascual Madoz, en su diccionario geográfico e histórico de España y sus provincias de Ultramar había escrito “que los dos arcos eran magníficos, sólidos y de buena construcción”.
Tan solo cinco días después de iniciarse en Écija los sucesos de septiembre de 1868, la Junta Revolucionaria local comenzaría a abrir los respectivos expedientes de demolición del resto de arcos, puertas y triunfo que aún quedaban en pie. De esta forma el 28 de septiembre se inician los trámites para el derribo del Arco de Santa Ana. Este arco situado al final de la calle Caballero y contiguo a la torre del convento de Santa Ana daba paso a la plazuela de los Mesones. Uno de los impedimentos que ofrecía, según el expediente”era la estrechez de sus dimensiones -siete metros de largo por tres de ancho y cuatro de alto-. El espacio libre que proporcionaría dicha reforma alcanzaba los siete metros setenta centímetros, por lo que la Junta Revolucionaria aprobó la demolición el día 1 de octubre de 1868. También se derribó la capilla de San Joaquín, de Santa Ana y la Virgen del Rosario que se incluía en su interior dicha puerta.
Durante octubre de 1868 se abrieron los respectivos expedientes para el derribo de dos monumentos religiosos, el obelisco de san Cristóbal en la Plaza de los Mesones y el triunfo dedicado a la Virgen del Valle en la Plazuela de Santa María. Igualmente se abrió otro destinado para la demolición del llamado Mesa del Rey situado en la entrada principal del puente.
Posiblemente el obelisco de San Cristóbal fuese una obra barroca del último tercio del siglo XVIII, pues lo que pedían su destrucción lo tachaban de presentar un ”malísimo y churriguero gusto”Se alzaba sobre un pedestal y se componía de cinco piezas de piedras variadas que culminaban en una figura de San Cristóbal de dos metros y medio sumando una altura total de cinco metros aproximadamente.
Ya se intentó su derribo en 1837 de hecho las obras se iniciaron, aunque fue el propio Ayuntamiento el que evitó su destrucción. No ocurriría lo mismo treinta y unos años después cuando se inicia su demolición, aunque con la intención de salvaguardar la escultura del santo y depositarla en el convento de Santa Ana. El andamio preparado al efecto no soportó el enorme peso de la imagen, destrozándose sobre el suelo. Como se sabe con motivo de las últimas obras que se llevaron a cabo en la Iglesia de santa Ana, una parte de la imagen de San Cristóbal apareció debajo de la torre. Actualmente se encuentra ubicada en el museo parroquial de Santa María.
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Magnifico articulo, Juan. Has hecho una interesante labor investigadora.
Es curioso que en aquella época los aires revolucionarios iban acompañados, en aras de la modernidad, de un desmedido afán de destrucción de lo “viejo.”
En la misma época, aquí en Granada, se cometió una cuantas de barbaridades parecidas: el derribo del arco de las Orejas, en la plaza Bib Rambla. Magnífico monumento nazarí que por personajes parecidos fue arrasado, pero en el 1931, y gracias a personas preocupadas por el patrimonio arquitectonico, lo reconstruyeron, y hoy se puede admirar, aunque algo ajado, en el bosque de la Alhambra.
Saludos de tu antiguo vecino.