POLÍTICA Y PATRIMONO por Francisco J. Fernández-Pro
Fue mi admirado amigo el Doctor en Derecho Juanma Moreno Díaz, presidente de la Asociación de Estudios Ursaonenses -a cuya Junta de Gobierno me honro en pertenecer-, el primero que me remitió la noticia del Diario de Sevilla sobre la denuncia formulada desde el PSOE astigitano sobre el presunto mal trato recibido por el Patrimonio monumental de Écija, debido a la mala gestión de los nuevos munícipes del PP. Juanma me lo trasladaba, conocedor de mi implicación con este Patrimonio y, cuando aún le explicaba el trasfondo del asunto, fue otro compañero, el también Doctor -pero éste de Arqueología- Juan Antonio Pachón, quien trasladó la denuncia a todos los asociados y, sin apenas tiempo para reaccionar ni explicar nada, se inició el debate correspondiente.
No esperaba esta denuncia y menos aún de alguien como mi apreciado amigo Sergio Gómez, portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Écija. Además, me extrañaba que lo hiciera con una torpeza que no le caracteriza en absoluto. Pocas personas como él -que ha ocupado la Delegación de Urbanismo ecijana durante la última Legislatura Municipal (2019-23)- han luchado tanto y tan bien en los últimos años por nuestro Patrimonio y su conservación. Soy testigo. Sin embargo, no me parecen de recibo sus declaraciones en el Diario de Sevilla y cuyo titular tanto me ha impactado, sobre todo por venir de quien vienen: “El PSOE advierte sobre el estado de abandono en el que se encuentra el importantísimo patrimonio histórico artístico de Écija”.
Acto seguido creo hallar la razón última de la denuncia, Sergio añade: …“de no ser por la Diputación de Sevilla y el Gobierno central que, a través de varios planes provinciales y fondos europeos han promovido la recuperación de excelentes exponentes del patrimonio arquitectónico local…(…) O el caso más reciente, el del Mirador de los Marqueses de Peñaflor, que el próximo miércoles 14 de febrero inaugurará Javier Fernández, como Presidente de la diputación, gracias a la que ha podido contar con una inversión de 680.000 euros del Plan Contigo…” Estas afirmaciones hacen que nos preguntemos: ¿En qué quedamos, pues, está tan mal el Patrimonio? Si tenemos en cuenta que el artículo salió publicado el día anterior a la inauguración anunciada, resultan claras las razones que mueven las declaraciones políticas.
Por desgracia, siempre pasa lo mismo. Todos los partidos políticos acaban creyendo que el dinero que se les confía les pertenece y, en consecuencia, es absolutamente necesario vender como propio lo que se hace, aunque lo que se haya hecho sólo sea el resultado de la obligación que se adquirió como formación política y hasta el último céntimo pertenece al Pueblo.
Ocurre cada vez que se produce el relevo democrático en un Ayuntamiento. Los proyectos de toda una Legislatura se encuentran en desarrollo. Cuando llegan otros gestores algunos se suspenden o se sustituyen o se corrigen, los más se continúan porque suelen ser buenos para los ciudadanos… y, entonces, aparece el problema del Ego. Tanto es así que muchas veces, como puede haber ocurrido en esta ocasión, las consecuencias pueden afectar a la imagen de la propia ciudad que decimos servir y a la difusión -y defensa- del Patrimonio que debemos proteger. En Política, la necesidad de venderse resulta patológica.
Bueno sería que los políticos aprendieran de una puñetera vez que, cuando los proyectos emprendidos son buenos para todos, aunque hayan sido concebidos por otros partidos, deberían tener una continuidad en cualquier gobierno, de forma que ni los que salen deberían emborronar los méritos de los nuevos gestores por asumirlos, ni los que entran deberían de abandonarlos cuando resultan buenos para todos… Proyectos como la rehabilitación de la Casa Mirador de Peñaflor, por ejemplo: desarrollado por el PSOE y concluido por el PP.
Viví la Política muchos años, sentí las reacciones que genera, conozco sus tripas y he tratado a políticos de toda condición. Por eso sé que cuando se gestiona durante años la concepción y desarrollo de proyectos importantes, resulta difícil sustraerse a la sensación de pertenencia e incluso, a veces, de propiedad sobre esos proyectos. Por eso es necesario tomar conciencia clara de que es el Pueblo quien decide, quien pone y quien quita, quien otorga su confianza y quien la retira. En este contexto, los políticos sólo deben limitarse a servirlo lo mejor posible: muchas veces, incluso -y quizá esto sea lo más difícil-, con el gesto elegante de la resignación.
Siempre abogamos porque los ciudadanos aprendamos a vivir en Democracia. Ojalá los políticos lo consigan algún día.
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