MUNDA I: NUESTRA DESIDIA Y LOS MONTILLANOS por Francisco J. Fernández-Pro
A comienzo del mes de mayo de 2014 escribí una serie de artículos en los que analizaba nuestra actitud en torno a la cuestión de la posible ubicación de la antigua ciudad de Munda.
Con este motivo, condenaba nuestra mente estrecha y la escasa fe que teníamos en nosotros mismos. Pienso que es uno de nuestros pecados capitales: tanto a los ecijanos como a los ursaonenses nos falta fe para creernos lo que somos o lo que debíamos ser, nos falta compromiso con nuestro Pasado, decisión, iniciativa o huevos -si lo prefieren- para abordar el futuro con proyectos de una cierta envergadura.
En el caso concreto de Écija, me refería a la deseable quiebra de esta desidia y los frutos cosechados gracias al trabajo conjunto emprendido, a mediados de 1995, entre el Ayuntamiento de entonces y el Departamento de Historia Antigua de la Universidad Hispalense, a través de Genaro Chic, Pedro Sáez y Sergio García-Dils, además de Jesús Muñoz Tinoco. Frutos que se materializaron tanto en el rescate de la memoria como Colonia Augusta Firma y la categoría administrativa que Astigi disfrutó entre las más importantes ciudades del Imperio romano, como con el descubrimiento de innumerables piezas arqueológicas, algunas de ellas de inmenso valor, que hoy podemos admirar en el Museo Histórico Municipal, fruto también de aquella primera época de colaboración y puesta en marcha.
Al hilo de esto, me lamentaba de que, a pesar de todo lo conseguido, habíamos dejado abandonado uno de los proyectos más ilusionantes de todos. Un proyecto compartido con Osuna y con localidades como La Lantejuela o Casariche: la definitiva localización de la ciudad de Munda y el Campus Mundensis, lugar donde se desarrolló una de las batallas más decisivas de Roma.
Tras multitud de investigaciones y propuestas, la mayoría de historiadores y autores con cierto rigor científico comenzaron a decantarse, claramente, por la hipótesis de su ubicación entre Écija y Osuna; de forma, que hoy son muy pocos los que –a la luz de los datos y la lógica- dudan que la decisiva batalla se diera en los Llanos del Águila, muy cerca de La Lantejuela.
Por desgracia, durante mucho tiempo -por intereses o por ignorancia- le fue asignada su localización a otras ciudades y algunas de ellas –como el caso de Montilla- fundamentaron casi toda la gloria de su Pasado en la hipótesis de este protagonismo… y ahora, lógicamente, se resisten a reconocer lo que es tan obvio.
Después de los años transcurridos desde que escribí mis artículos sobre Munda, sigo sintiendo un cierto sabor agridulce cuando pienso en nuestros hermanos montillanos. Manifiesto -como entonces- que me entristece que pierdan uno de los pilares básicos de un pasado que construyeron a través de un siglo, pero la Historia sólo tiene una forma posible de construirse: sobre los hechos probados.
Sin embargo, sigo envidiando sanamente a los montillanos por la conciencia que, desde hace muchos años, asumieron sobre Munda y su trascendencia, el privilegio que supone pertenecer a un lugar que es Historia, el potencial que representa para una Comarca un hecho tan relevante para el mundo entero. Los envidio por sus iniciativas: los monumentos sobre Munda, las jornadas, los videos, el Cross de Munda y, si me aprietan, hasta el nombre de Munda etiquetado en sus botellas de vino.
A nosotros –a los ecijanos y a los ursaonenses-, a los que sí contamos con el aval de los datos (cada vez más firme y, sobre todo, menos discutible desde que se descubrió el asentamiento de Ventippo en Casariche y el de Cárruca en el Cortijo de los Cosmes), nos faltó siempre la conciencia, la decisión, la iniciativa, el valor o los huevos -si lo prefieren- que han demostrado y siguen demostrando los montillanos, a la hora de defender lo que creen propio.
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