LA ESPERANZA DE MONTESQUIEU por Francisco J. Fernández-Pro
Fco. Fernández-Pro
Confieso que llevo algún tiempo algo despistado o, más bien, confundido. Ando con la mosca en la oreja viendo todo lo que pasa y procuro analizar con cierta perspectiva el comportamiento de Pedro Sánchez. Perspectiva que me exige una objetividad, que acabo perdiendo ante alguna obviedad que me revienta y, entonces, me lanzo con alguna pincelada breve impregnada de ironía o sarcasmo, cuando la neurona me da para cotas mayores.
Esta actitud expectante ha provocado en mí cierta prudencia y me ha retrotraído a la hora de escribir esos artículos que algunos de mis amigos y conocidos han echado en falta.
Creo que Pedro Sánchez es un mentiroso empedernido (quizá por eso me saca de mis casillas) pero, a veces, su actitud me hace ser prudente a la hora de pronunciarme. La verdad es que lo he observado mintiendo tanto y tan descaradamente para acabar echando el conejo al zurrón, que se me ha ocurrido pensar que sus mentiras compulsivas también pueden ser una mentira para poder conseguir lo que se propone. De no ser así, ¿cómo habría podido conseguir investirse Presidente de una Democracia Constitucional con el apoyo de los antisistemas y anticonstitucionalistas que pululan por los pueblos de España?
Todos sabemos que, aunque ERC, BILDU, la CUP y algunos más, sean reconocidos por nuestra Constitución, la realidad es que no creen en nuestra Democracia; uno de cuyos principios nos advierte que cualquier Estado de Derecho debe basarse en la separación de poderes. La cosa es fácil y viene de lejos pero, por lo que se ve, esta gente no lee.
Fue Montesquieu quien expuso que un hombre, cuando tiene algún poder, intenta abusar de él hasta que lo frenan; y, por eso, hace falta disponerlo todo de forma que el propio poder detenga al poder. Para ello, en su obra “El Espíritu de las Leyes”, propone la separación de los tres poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial), a fin de que fueran ejercidos por órganos distintos, autónomos e independientes entre sí, confiando la vigilancia de los unos a los otros, procurando controlarse mutuamente y -si fuera necesario- deteniendo los excesos o el intento de prevalencia de cualquiera de ellos sobre los demás. Realmente esta es la única fórmula para garantizar la libertad política y evitar los abusos de poder y, como dijimos, la propuso Monstesquieu en el año1748.
De todo lo dicho, deduzco que lo que le pasa a los antisistemas que apoyaron a Pedro Sánchez y ahora le exigen que -como Poder Ejecutivo- influya en las decisiones del Poder Judicial, es que no creen en la Democracia o no han leído a Monstesquieu.
Aquí radican mis reservas. Pedro Sánchez sí conoce todo esto y, probablemente, ha ofrecido lo que sabía que no podía conceder. Es decir, ha conseguido la Presidencia haciéndole un brindis al Sol con nocturnidad y alevosía (culmen y birlibirloque de la mentira).
Ya podrán los comunistas, los independentistas, la CUP o cualquier antisistema, exigirle a Pedro Sánchez que pague sus promesas con el oro y el moro: él sabe –y ellos no, por ignorantes o antidemócratas- que, habiendo Constitución y Poder Judicial, existe un sistema de equilibrio que lo vigila y lo frena.
Pedro puede prometer la luna que, habiendo tribunales y jueces, Sánchez podrá decir siempre “es que estos no me dejan” o, como decía Rafael “El Guerra” -segundo Califa del toreo-, es que “lo que no “pué zé, no pué zé y, además, es imposible”.
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Sr. Fernandez Pro; a ver si va a resultar que ahora tiene usted miedo a la Democracia. O cierta desconfianza en las Instituciones. Yo creo que en parte fundado en un cierto batiburrillo o confusión con siglas y alarmantes mensajes, que estos días hemos sufrido todos en las redes.
Yo soy un poco mas optimista. Es mas, como venimos de unos tiempos verdaderamente convulsos, con un partido en el gobierno condenado por corrupción, con una moción de censura exitosa por las circunstancias, con un año donde el insulto las malas artes, las mentiras tenían embarrado un gobierno en funciones, hasta albergo una cierta ilusión de que algo tiene que cambiar. Asi´que por mi parte voy a concederles esos cien dias de cortesia que hasta ahora sen han otorgado a los nuevos Ejecutivos. Mas que nada porque no tenemos otro, y porque los españoles que los han votado merecen todo nuestro respeto.
Ah, se me olvidaba; todos los partidos que componen el Parlamento, lo son porque cumplen con los preceptos de la Constitución, todos. y la CUP no figura en los que le ha dado su apoyo. Un lapsus.
Y como usted dice en sus párrafos finales, los poderes del Estado están para vigilar que se cumpla la Constitución, aunque por otra parte, Sanchez ha repetido hasta la saciedad, que todos los acuerdos a los que se lleguen con los nacionalistas se harán dentro del marco de nuestra carta magna.
Un cordial saludo y mucho animo.
Amigo JUBILADO, gracias por su ánimo, pero le confieso que poco me va quedando con lo que está cayendo. No piense que tengo miedo a la Democracia ni desconfianza a sus Instituciones, lo que sí tengo es miedo y desconfianza a quienes la andan manejando y manipulando de forma tan totiticera que, como usted bien dice, existe todo ese “batiburrillo o confusión con siglas y alarmantes mensajes en las redes”, que no dejan de ser -a fin de cuentas- la punta de un iceberg que, aunque sólo fuera -como algunos dicen-, cortinas de humo, también hay que pensar que tras el humo anda el fuego.
Hace bien en darle usted cien días de gracia, que cada uno hace con sus días lo que le parece. Mi problema es que yo llevo ya para dos años que sólo advierto en los que nos gobiernan galimatías, recovecos, trampas y retruécanos, para decir lo que más les conviene en cada momento o salirse por la gatera cuando les aprieta el personal.
Cierto es que la CUP no apoyó al nuevo gobierno. Discúlpeme usted y todos los demás este lapsus mío. Aunque estará conmigo que, habiéndolo apoyado ERC y BILDU (éste, tan recientemente también en Navarra), poco argumento más necesitaba la parrafada.
Permítame, pues, para finalizar, confesarle que no suelo ser pesimista de ninguna manera, pues siendo quijote es imposible serlo (y ya ve que el quijotismo es tan patente, que hay veces que hasta se mimetiza en mis letras), lo único que ocurre es que llevo oyendo a Sánchez desde que apareció por el rebate del zaguán y todavía no he apreciado una verdad firme y permanente en todo lo que dijo. Es más, si me aprieta, le reconozco la intención de hacerlo posible, pero a costa de cambiar cualquier ley e incluso esa Carta Magna de la que hablamos y que a todos nos sostiene en la armonía.
Amigo mío, de todas formas, seguiré su consejo e intentaré el ánimo de cualquier maner, que la ilusión me la están desbaratando. Un saludo muy afectuoso desde sus torres.