BOHEMIAN RHAPSODY NO ES AL CINE LA OBRA MAESTRA QUE LA CANCIÓN HOMÓNIMA ES AL ROCK por Fernando Martínez Vidal
Me gustó, sí. Si eres un friki del rocanrol y te ponen una peli de dos horas y pico de una banda de rocanrol, y no de una cualquiera, de una de las grandes, en una sala de cine amplia, con imagen y sonido digital y no sé cuántas polladas más, es normal que acabes pasando un rato estupendo.
Ahora bien, eso es tan cierto como que Bohemian Rhapsody no es al cine la obra maestra que la canción homónima es al rock (tampoco creo que el propósito de sus productores haya sido ése). A ver, los diálogos son ingeniosos, ácidos, de hecho te ríes bastante en la película; la fotografía, el sonido, son estupendos, y la transformación de los actores en los respectivos personajes, no sólo la de Rami Malek en Freddie Mercury, es absolutamente impactante. Quienes la han visto suelen destacar dos escenas en particular: la que reproduce la grabación del tema de marras, y, sobre todo, la de la recreación de la actuación del grupo en el inolvidable concierto de Live Aid; ciertamente, Queen rompió el cielo del viejo estadio de Wembley aquella tarde del verano de 1985 (aunque probablemente, los Who, que actuaron tras ellos, lo terminaron destrozando). Son de lo más recordado de aquella histórica fecha, y un año más tarde ofrecieron en el mismo escenario un show que se considera el mejor de su carrera. La precisión con la que se han plasmado esos momentos en la cinta es admirable, cada detalle está cuidado al milímetro, los que tenemos muy presente aquel concierto pese al tiempo transcurrido podemos dar fe de ello.
Pero con todo, creo que a la peli le falta el ritmo, el pulso y la tensión narrativos que en dosis industriales tenía la música de la banda. Me parece que no está rematada. Tal vez el hecho de la que la empezara un director, Bryan Singer (X-Men), y la terminara otro, Dexter Fletcher (no he visto nada suyo), tenga algo que ver en eso. Y las desmedidas licencias históricas tampoco contribuyen a que la crítica pueda ser positiva; omitiré cualquiera de ellas porque son demasiadas incluso para un biopic, y por aquello de no incurrir en spoiler.
Mas insisto, eso no quiere decir que no merezca la pena verla. De ninguna manera. Se lo pasa uno muy bien. Y el cine es, ante todo, eso. Diversión. Entretenimiento.
Una última cosa. Me llamó la atención, no que la sala estuviese llena, era miércoles y la película ha levantado ciertamente expectación, sino el hecho de que el público fuese mayoritariamente joven, gente mucha de ella nacida cuando Freddie Mercury ya había dejado este mundo. A la juventud le sigue molando el rock. También que buena parte de ese público estuviese compuesto por extranjeros no angloparlantes (lo de los británicos y estadounidenses se da por descontado). Eso demuestra que en otros países practican esa costumbre tan saludable de ver el cine en su idioma original. Algo en lo que aquí no terminamos de creer ni de hacer: sólo en un cine de Sevilla (digo de toda la provincia), se puede ver regularmente cine en versión original. Eso quizá explique en parte nuestra barrera con otros idiomas.
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