Las Teresas de Écija fue el primer convento Carmelita que se cerró en Andalucía
«Las Teresas» llegaron a Écija en 1630 y una década más tarde se instalaron en que el ha sido su hogar desde entonces, el Palacio de losCondes de Palma, un valioso edificio mudéjar del siglo XIV declarado Monumento Nacional de cuyo interior salen estos días cajas y paquetes que dan testimonio del próximo traslado de estas religiosas a los conventos de la congregación en Tarragona y Valencia.
Se marcharon en marzo de 2015 y las razones son fácilmente imaginables: falta de vocaciones, elevada edad de las monjas o alto coste de mantenimiento de las instalaciones. El arcipreste de Écija, Ángel del Marco, explicó por aquel entonces a ABC que «se trata de una comunidad pequeña, de cinco hermanas, muy pobre, que no es suficiente para el mantenimiento de una casa tan grande».
La noticia de su partida se recibió con tristeza en el municipio, pues, como indica el arcipreste esta congregación «es un signo fuerte de la presencia religiosa en la ciudad». Además, añade que «para ellas también es un motivo de pena, pues se pone fin a 400 años de historia en el Convento».
Los problemas de la comunidad por la escasez de sus integrantes no son nuevos. Ya en 2009, cuando doblaban en número de religiosas, realizaron el vídeo «¿Vivir como una carmelita? ¿Para qué?» que colgaron en un canal de Internet para mostrar su vida en el convento de clausura y atraer nuevas incorporaciones. Sin embargo, los esfuerzos no han sido suficientes.
En cuanto al inmueble, tiene una superficie construida de más de 5.000 metros cuadrados y numerosas dependencias. Según lamentaba Del Marco, «Pasan más tiempo ocupándose del mantenimiento del edificio que desarrollando su vocación de vida contemplativa y oración por la Iglesia y los necesitados».
El inmueble, de estilo mudéjar erigido entre los siglos XIV y XV,integra estancias decoradas con interesantes yeserías mudéjares del siglo XV; en la cuales, según dice la leyenda, trabajaron los mismos alarifes que labraron las yeserías de los Reales Alcázares de Sevilla. A éstas hay que sumar el bellísimo artesonado que cubre alguna de sus estancias.
Información: ADEPA
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