JESÚS RESUCITADO por Francisco J. Fernández-Pro
Entre vuelos de palomas
y repicar campanillas,
la más grande maravilla
por el Salón ya se asoma.
Jesús llena este momento
con su estandarte de Gloria:
su Muerte se hizo Victoria
y acabó su sufrimiento.
Su mano -¡pura elegancia!-
que nos bendice en la calle,
es la misma que en el Valle
derrama sus abundancias,
la que sanó a los enfermos,
la que bendijo los panes
y la que nos hace iguales,
pues se ha muerto para todos
este Cristo que en mí existe,
que por todos se resiste
y se queda entre nosotros.
¡Que vuelen ya las palomas
con sus vuelos de alas blancas!,
¡que repiquen las campanas
con esos toques de gloria!…
¡La Muerte pasó a la historia!
Ya ha pasado la porfía
de la sangre y el sayón,
ya se ha vuelto mi buen Dios
por la Senda de la Vida
y vivimos la Alegría
de esta joven primavera;
ya corren por las aceras
alegres chiquillerías
y hacen recia viguería
las hermanas costaleras…
y, pues Jesús me lo fía
resucitando a mi vera,
ya es posible, cuando muera,
renacer con cada día.
(“Las Voces de mis Cristos”)
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