LA MALA CALAÑA por Francisco J. Fernández-Pro
Ayer desayuné con la noticia triste de la muerte de Rita Barberá. Triste, no porque fuera Rita Barberá, sino porque la muerte siempre es triste. Nunca fue santo de mi devoción, pero estuve demasiados años en la política como para desconocer las zancadillas, las maledicencias e incluso lo que tiene de cierto el hecho de que el poder absoluto puede llegar a corromper absolutamente.
Nunca compartimos partido, ni fue de mi cuerda. Por supuesto, nunca la voté; pero confieso que, durante los últimos meses, sentía hacia esta mujer un cierto grado de conmiseración o empatía, como se dice ahora (igual que la siento –porque yo también lo sufrí un día- por todos aquellos que son linchados sin tener en cuenta su presunción de inocencia)
Mil euros parecían ser la causa; y, aunque detrás de esos mil, pudiera suponerse una presunta trama de financiación ilícita o de blanqueo, teniendo en cuenta el entorno en el que nos movemos y los males que sufrimos desde hace tantos años, sobre todo en Andalucía (donde estas presuntas financiaciones corruptas alcanzan cientos de millones de euros y hay cientos de “presuntos inocentes” pendientes de juicio), se me antoja que la cosa no estaba para un infarto. Si a esta mujer le ha podido el estrés por esos mil euros, una de dos: o es que su corazón era de plastilina o es que tenía más vergüenza que todos esos políticos juntos.
Sea como sea, es triste una muerte cuando llega, aunque le llegue a una mujer de “casta”, como Rita Barberá. Más aún, cuando vemos –con inmensa vergüenza- que otros individuos siguen pululando por nuestro Hemiciclo, ofendiendo a todo lo que se mueve con la inconsciencia del necio, el burdo histrionismo del fanático y el gesto estudiado del que quiere seguir viviendo del dinero público, sin saber hacer otra cosa que darle por culo a todos los demás y sacarle así sus réditos al descontento de los antisistemas. Esos individuos que, con cada día que pasa, asoman el flequillo con más descaro y que, con la misma impunidad e indecencia, lo mismo explotan la imagen de un recién nacido, los deseos de unos pocos de trocear España, la ofensa a un Rey o el desplante a un adversario cuando muere.
Creo que existe algo que debe ser sagrado para todos: el respeto que los seres humanos nos debemos los unos a los otros, porque en ese respeto estriba la tolerancia, la justicia y la libertad que ha de regirnos. Por eso pienso que hoy estas gentes, que tanto despotricaban contra los que pertenecían a la casta, han demostrado –sin lugar a dudas- que, en nuestro país, son ellos los portadores de la peor Calaña.
Es pronto todavía para escribir sobre Rita, porque podría pasar, y de hecho está sucediendo que se dicen cosas o se dejan de decir otras, que son producto de las emociones que la muerte de un personaje tan mediático.
Ahora vemos declaraciones de los propios de su partido que ayudaron a su caída, porque ya no solo no les servia, sino que les era un lastre, llenas de cinismo. .. “esa señora de la que usted me habla”….. no declararé sobre ella puesto que ya no pertenece a este partido….. tendría que dar explicaciones, etc.
Y ahora vienen a decirnos que sobre las conciencias de los que la sometieron a esa vil cacería, caerá en parte el peso de esta muerte. O que los medios se han cebado con ella.
Pero debemos recordar que no fueron los medios los que la han llamado a declarar ante la Justicia, sino el Tribunal Supremo, y que no lo ha sido por mil euros, sino investigada por el delito de blanqueo de capitales para financiación ilegal. Por eso su partido le dio la espalda.
Otra cosa es el sonrojante desplante de los de la secta podemita, pero como se va viendo, el tiempo, a estos como a otros va poniendo en su lugar.
Un saludo desde Granada, D.Francisco.
Estimado Amigo, disculpe la demora, pero ando algo liado y ando siempre a saltos.
Creo que tiene toda la razón en su reflexión, aunque hoy ya sabemos algo más.
Ya sabe, por otros artículos, que yo siempre defiende la presunción de inocencia como una derecho inalienable, en cualquier personas (sea político o no y de cualquier cuerda…) Lo hago, porque tuve la triste experiencia y viví en carne propia la enorme injusticia que se deriva de no tener en cuenta ese derecho. Basta que alguien te señale y alguien le haga oidos por cualquier tipo de razón, para que te pongan en la picota, aunque después todo sean bulos y vengan con disculpas y zarandajas.
Seguiré siempre defendiendo esa presunción, porque puede pasar lo que ahora tmabién ha pasado.
En cuanto a lo de la gente de Podemos, creo que cada día se retratan mejor. Es cuestión de tiempo que se vayan quedando con las papucias de la Democracia.
Un saludo muy cordial desde sus torres (a ver si viene por Navidad y tomammos una copa juntos)
Efectivamente, D. Francisco; cuantas veces defendamos la sagrada presunción de inocencia, como pilar de nuestro ordenamiento jurídico, serán pocas. Aunque como en este caso, sea ni mas ni menos que el TS el que la llamara a declarar como investigada. Pero existen otras implicaciones que como servidora publica, acarrea el cargo que ostentaba: la responsabilidad moral y política. Y esa responsabilidad se asume instantáneamente en su procesamiento, y por eso fue apartada. Y ella no la asumió, creando una tensión en su partido y en el Senado, que lejos de apagarse, se mantiene e incluso crece.
En fin, cosas de la democracia.
Por otra parte, aceptaré encantado su invitación y tendremos un rato para cambiar impresiones. Un saludo.