RECORDANDO A MANUEL GOMEZ GARCIA, MI MAESTRO Y AMIGO por Ramón Freire
Noviembre 2015
Ramón Freire Gálvez
Me puso en alerta mi amigo y hermano Rafael Benjumea Gómez, con la publicación de su hermoso artículo dedicado a la ecijana tienda de ultramarinos Gómez Amador (la fotografía corresponde al año de 1900, obra de Díaz Custodio), en el cumplimiento de su 97 aniversario y en la que durante toda su vida, estuvo al frente, junto a su hermano Antonio, mi siempre recordado maestro y amigo Manolo Gómez, artículo que apareció, en los primeros días del mes de Noviembre, publicado en Ciberecija El Portal de Écija, que tan maravillosamente rige y dirige nuestro común amigo y también hermano Juan Palomo.
Me tocó la campanilla de mi conciencia, pues yo, que había intentado en su día un homenaje para él y a mi también maestro y amigo Juan Antonio Gamero, y que tuve la callada por respuesta, con la lectura de este artículo dedicado a la tienda de Gómez Amador, me revolví contra mí mismo y terminé, lo que hace tiempo comencé a preparar y que dejé guardado en mis archivos, por si acaso algún día y ese día, ya no espero más, ha llegado y a ello me dispongo.
No sé si con el contenido de este recordatorio, pago o no, parte de una deuda que, primero como ecijano, y después como alumno y amigo, tenía y tengo con el siempre por mí recordado, Manolo Gómez, como todos le conocimos.
Junto a mí también maestro y amigo Juan Antonio Gamero Soria, fui un alumno ecijanista que bebí, día tras día, en las fuentes de sus saberes y vivencias ecijanistas. Han sido de esas personas que, sin ser familiares directos de uno, nos dejan huellas imborrables en los sentimientos del corazón y del alma, y son recordados a cada instante, con mucha nostalgia y tristeza por habernos abandonados.
De la impresionante biblioteca ecijanista que poseía Manolo, tuve a mi disposición todos los ejemplares que, sobre Écija, se habían publicado. Viví junto a él la realización y presentación de mi libro sobre la hermandad del Cristo de la Sangre y Nuestra Señora de los Dolores, que me prologó brillantemente, así como me asesoró en cuantos publiqué posteriormente, facilitándome datos, hechos y circunstancias concurrentes a lo que yo investigaba. Compartí con él, como miembros del pleno del Consejo de Cofradías, muchas reuniones, así como los más de dos años que participamos en la comisión organizadora de la Coronación de la Virgen del Valle, en cuya hermandad fue hermano mayor y coincidió en la misma parroquia mayor de Santa Cruz, con igual cargo mío en la del Cristo de la Sangre.
Junto a Juan A. Gamero fue el impulsor de que yo ofreciera el pregón de la Semana Santa de Écija en 1 de abril de 1990. En definitiva, fueron muchas las horas y días que compartimos sentimientos y vivencias, sobre todo basado en un común amor, nuestras devociones, aficiones y la defensa de Écija. Todavía recuerdo las tertulias que teníamos sobre nuestras aficiones futbolísticas, él del Betis y yo del Sevilla, pero en las que me ofrecía su gran conocimiento y entendimiento del fútbol (había llegado a ser entrenador en su día y comentarista deportivo), sin apasionamiento y con una objetividad, como en todas las facetas de su vida, digna de todo elogio y seguimiento.
Contar aquí algunas de las anécdotas que compartimos, ocuparía mucho espacio y no es ese el objeto de mi artículo, pero la que le hizo más gracia y cada vez que podía me la recordaba, es la que ocurrió en una reunión que tuvimos en el pleno del Consejo de Cofradías a finales de los años 1980, presidido por el Arcipreste Don Esteban Santos Peña como director espiritual y por Juan A. Gamero como presidente del Consejo.
No recuerdo el motivo, pero la reunión estaba tomando unos tintes grises y borrascosos días antes de llegar a celebrarse la Semana Santa del año 1989 creo que fue. Don Esteban, revestido de la autoridad que le daba el cargo de Arcipreste, no estaba de acuerdo con alguna sugerencia o decisión que habíamos tomado en el pleno y yo, sentando al lado de Manolo Gómez, lo miraba a él y él me miraba a mí. En un momento que el asunto estaba a punto de estallar, me dijo Manolo:
- Niño, así me llamaba. Dile algo a Don Esteban que le distraiga de lo que pretende llevar a cabo.
Yo no sabía qué decir, pero de pronto, en uno de los muchos momentos de silencio que se produjo, se me ocurrió preguntarle a Don Esteban.
- Don Esteban, perdone usted que le haga esta pregunta, pero tengo unas dudas internas que creo es usted el único que me la puede resolver.
- ¿Es pecado amar fuera del hogar conyugal? Todo el mundo quedó sorprendido y sonriente, no así Don Esteban, que si me llega a tener cerca me pega un coscorrón y con mirada seria me contestó:
- Pecador, te voy a excomulgar, tu tan cofrade y cristiano con esas dudas.
Le corté rápidamente y le aclaré:
- Perdone usted Don Esteban es que no había terminado, es con mi mujer, porque en mi casa están siempre mis suegros y mis hijos.
No me dejó continuar, me cortó diciéndome:
- Niño aclárate, como va a ser pecado amar a tu mujer, con las que estás legítimamente unido por el sacramento del matrimonio.
Aquello sirvió para que Don Esteban no siguiera insistiendo en lo que pretendía y lo aprobado por el pleno del Consejo de Cofradías quedó aprobado, sin que el querido Arcipreste pusiera reparo alguno, más que nada, por la distracción sufrida, pero yo pasé un mal trago cuando vi la cara que se le puso a Don Esteban en mi osada pregunta. Eso sí, todos los componentes del pleno me dijeron que estuve sembrado, pero ellos no tuvieron que aguantar a Don Esteban durante mucho tiempo recordándome la pregunta que le hice.
A continuación el Artículo Completo:
★RECORDANDO A MANUEL GOMEZ GARCIA, MI MAESTRO Y AMIGO
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