OTRA VEZ A LA PALESTRA POR AMOR A LAS PALABRAS por Francisco J. Fernández-Pro
Esto de la Lengua es muy puto. Por lo menos a mí me hace pasar muy malos ratos. Ya escribí en su momento, sobre lo mucho que me duele el destrozo sistemático que se le ha hecho -y se le sigue haciendo-, por parte de los políticos, los medios de comunicación y, lo que es peor, hasta de muchos docentes, con la manía de lo políticamente correcto o incorrecto, las contiendas dialécticas y, sobre todo, ese absurdo agravio hembrista sobre el lenguaje sexista que, muchas veces raya, ya no en el esperpento, sino casi en la pura dislexia psicopática.
Pues bien, a este tipo de maltrato del lenguaje, se le une el uso de términos trasnochados, absurdos ya, que algunos políticos siguen reivindicando desde el mundo de los espectros. Anoche escuché dos declaraciones en las que ocurrió este fenómeno.
La primera de ellas, la realizó Pablo Iglesias, cuando se refirió a las críticas que algunos medios de comunicación hicieron contra su actitud de intentar controlar sus entrevistas. Este mesías del megacabreopopular, atribuía estas críticas una “reacción de la casta”; pero resulta que el término “casta” -según la RAE- tiene varios significados: el de ascendencia o linaje, el de unidad étnica; en ciertas sociedades, el de grupos separados por su raza o su religión; en biología, el de grupos con especialidades determinadas entre los animales, especialmente los insectos; y, en último término, determina también la especie o calidad de algo.
Supongo que el líder de Podemos, lo que intentaba era referirse a esta última acepción, aunque tampoco lo tengo claro, ya que de referirse a las diferentes clases sociales, hemos de aclarar que todos seriamos de una casta distinta y, por tanto, decir “la reacción de la casta”, es no decir nada, pues no existe una sola casta y no especifica de cual de ellas se trata. Sin embargo, si hemos de suponer que se refería a la de clase superior, según fuera por el nivel académico, político o económico, tendría que haber concretado que la reacción era de los sabios, los gobernantes o los potentados; también podrían valer términos más intelectuales como el de “tecnócratas” o “plutócratas”, e incluso más imaginativos como –en sentido figurado- el de “patricios del nuevo régimen”. Todos ellos serían términos específicos referidos a una clase privilegiada, pero decir “casta”, sin más, es lo mismo que vaciar de significado la palabra.
Pero si este arrebato lingüístico era de nota por ambiguo, peor resultó –por manido, anticuado e injusto- el que escuché unas horas después, en las declaraciones que David Delis, Secretario Local de IU, hacía tras la marcha que la formación de Bustamante y Loli Rodríguez había organizado para el día 22 de este mes. Frases como “movimiento obrero”, “clase trabajadora” y, sobre todo, “batallas de las Ideas en las calles”, me dan un tufo a naftalina que me tiran para atrás.
El término “obrero”, por ejemplo, tiene hasta ocho acepciones en la RAE, siendo el primero de ellos “el que trabaja” y el último “hombre que obra”; entre estos dos, existen seis significados más: desde “perteneciente o relativo al trabajador”, hasta “Dignidad de las órdenes militares que asiste a las juntas” o “encargado de cuidar las obras en las iglesias”. Entonces, ¿qué movimiento es ése?…
En cuanto a lo de “clase trabajadora”, tendríamos que concretar que, según la RAE, “trabajador” es el que trabaja y hoy en día, por desgracia, dentro de la población activa, sólo existen dos clases de personas: los que trabajan y los que están en paro deseando trabajar. Si quitas a los pensionistas y a los niños, en lo que llevamos de siglo XXI, de las rentas sólo pueden vivir algunos listillos que se metieron en Política y poco más (y hasta ellos –que son tan listillos- podrían argumentar que su trabajo les cuesta echarle la cara que le echan, para que los voten)… Y no digo nada sobre el término “mujer trabajadora”, porque eso ya me sangra; o ¿es que alguien vio alguna vez a una mujer que no trabajara?…
Respecto a la frase tan infeliz de “llevar la Batalla de las Ideas a la calle”, ¿cómo lo diría yo para no resultar agrio?… A ver: según la RAE, “Batalla” significa combate de un ejército con otro, guerra, agitación,… Sin embargo, “Idea”, significa “el primero y más obvio de los actos del entendimiento”, el “conocimiento puro, racional, debido a las naturales condiciones de nuestro entendimiento”, las “convicciones, creencias u opiniones”. Por eso, no hay nada más lejos en el mundo de las Ideas que una Batalla. Son la antítesis la una de la otra: donde se intercambian ideas no existen batallas; las batallas surgen, cuando no se encuentran las ideas. Las ideas se confrontan, se intercambian, se discuten,… e, incluso se pueden llevar a las calles, para celebrarlas o difundirlas con el respeto que se merece el conocimiento puro y racional, pero proclamar que es necesario llevar las ideas a una batalla callejera, es como negarles la propia bondad de su naturaleza o demostrar que, lingüísticamente, no se tiene idea de lo que es una Idea.
La palabra “casta” es científica. En la acepción en que la usa Iglesias y, por extensión, Podemos, la acuñó Giovanni Sartori, politólogo italiano y Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 2005 la usa y la define como concepto científico. Al igual que han hecho otros politólogos.
Así que, de entrada, de trasnochado tiene poco el término. En cualquier caso, el lenguaje puede y debe adaptarse a los tiempos. Por ejemplo, lo que hace años era un practicante, ahora es un ATS. Es lógico que cuanto más específico es un lenguaje, menos gente lo entenderá en un primer momento y más difícil tendrá adscribirse a él.
Eso es todo. Se ve que Podemos busca recabar más apoyo de masas por parte del lenguaje, de personas que se consideran de cualquier ideología, menos técnicas. Es una cuestión de estrategia, en mi opinión.
Señor Sebas, antes que ninguna otra cosa, gracias por su interesante intervención y sus aportaciones.
Permítame decirle que en el artículo que escribí, sólo pretendía defender la importancia del buen uso del lenguaje; por tanto, no le niego su sabiduría a Giovanni Sartori pero, independientemente del sentido que cada cual quiera darle a una palabra –por muy sabio que sea-, es la RAE quien concreta el significado último de la misma que, por eso –como usted bien señala-, continuamente va renovando y revisando su Diccionario de la Lengua.
Mucha gente utiliza términos concretos de mil formas distintas, cada cual a su criterio, según su subjetividad, la tendencia que intenta marcar e, incluso, el ánimo con el que habla… por eso la RAE interviene y es quien, realmente, marca la pauta; sobre todo porque suele ser bastante objetiva al respecto y sólo asume e incorpora un término a su Diccionario, cuando ese término, sin contradecir las normas esenciales de la Lengua (y estoy pensando en las abominaciones del “hembrismo”) es utilizado por una mayoría de personas inequívocamente; y, créame, el término “casta” para la RAE -y, por tanto, para nuestra Lengua- sólo tiene las acepciones que le enumeré.
Por otro lado, si repasa mi artículo, podrá leer “…Pero si este arrebato lingüístico era de nota por ambiguo, peor resultó –por manido, anticuado e injusto- el que escuché unas horas después,…” Quizá no supe distinguir lo obvio, pero cuando saqué a colación el término “casta”, empleado por Pablo Iglesias, lo hice con dos intenciones: la primera, plantear la ambigüedad de su lenguaje; la segunda (muchísima más curiosa y esclarecedora de sus intenciones), es la de confrontar esta terminología ambigua (aunque –como usted bien dice- novedosa) con la empleada por las izquierdas de toda la vida. Pablo Iglesias se cuida de no utilizar la terminología habitual (“movimiento obrero”, “lucha de los trabajadores”,…) Supongo que lo hará (como creo que usted apunta muy certeramente) movido por razones de “marketing” político y que, en este aspecto, todo lo tiene medido y bien medido; pero la verdad del asunto es que, lingüísticamente –y apoyándonos en el Diccionario de la RAE, que es de lo que se trata- la terminología empleada en esta ocasión es inadecuada, si no por decimonónica, sí por ambigua; igual que lo resulta la de IU por anticuada y manida.
Por cierto (y sin ningún otro ánimo que el de la aclaración), lo que antes era un ATS (Ayudante Técnico Sanitario), desde hace algo más de veinte años, es un DUE (Diplomado Universitario de Enfermería)
Un saludo muy cordial