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Écija podría sacar más provecho a su patrimonio, según el arqueólogo municipal Sergio García-Dils de la Vega.

Foto: Excavaciones

 

Sergio García-Dils de la Vega nació en Sevilla el 9 de marzo de 1971, licenciándose en Historia Antigua y realizando el postgrado en Moscú y la capital hispalense. Desde 1997 está vinculado a Écija, pues llegó a la ciudad para realizar un trabajo de investigación arqueológica con la Universidad de Sevilla, convirtiéndose dos años después en el arqueólogo municipal. Es sin duda uno de los mejores conocedores de la historia más pretérita de la ciudad del sol, no en balde está realizando su tesis doctoral sobre la colonia romana de Écija.

–¿Cuál es la cronología arqueológica de la ciudad?

–Desde el punto de vista arqueológico, en Écija tenemos una secuencia crono cultural continuada desde el siglo VIII aC hasta la actualidad. El primer punto en el que se asienta el hombre en Écija es en el Cerro de San Gil, en el Picadero, donde tenemos un poblamiento continuado desde época tartésica, que continúa en época turdetana y a ese pequeño núcleo de población le sucede una gran fundación colonial romana a partir del año 14 aC, en que el emperador Augusto, después de las guerras cántabras, asienta aquí a sus tropas veteranas de las legiones y Écija se convierte en ciudad precisamente entonces, con sus calles, infraestructuras de abastecimiento y saneamiento, sus murallas y en definitiva todos los elementos componían una ciudad romana.

–¿Cuándo tiene Écija su máximo explendor?

–Sin duda en esa época romana. Un explendor ligado al comercio del aceite, por eso arqueológicamente en écija tenemos muchísimos materiales de importación y elementos constructivos de una entidad fuera de lo normal, y la huella arqueológica la deja tanto en esos elementos ornamentales como desde el punto de vista industrial en una riquísima arqueología ligada a la producción de ánforas. Precisamente cuando decae ese comercio también lo hace la ciudad y con ello el desmantelamiento de las estructuras anteriores en época tardoromana.

–¿Cómo sigue la cronología histórica?

–También, aunque pobremente representada, tenemos las épocas bizantina, que alguna huella ha dejado como el sarcófago que hay en la iglesia de Santa Cruz; y la época visigoda, de la cual se conserva una necrópolis. Como el resto de ciudades del sur peninsular, se convierte después en una ciudad islámica después de la invasión del 711, y en ese sentido la primera gran ciudad que se toma por parte de las tropas árabes es precisamente Écija, y la verdad es que por toda esta etapa islámica Écija pasa, por decirlo así, sin pena ni gloria. Tanto es así que en el año 913, y en tanto Écija estaba alineada con Omar Ben Hafsun, y por tanto en contra el califato de Abderramán III, como represalia es demolida toda la muralla y el puente romano sobre el Genil, de manera que si Écija ya era un pequeño núcleo de población, en 913 se queda desguarnecida y probablemente arrasada. Las grandes estructuras que vemos de época islámica ya son por eso de época almohade, por ejemplo el recinto amurallado de la ciudad, que tiene unas cuarenta y cuatro hectáreas de superficie, y que data de entre 1147 y 1240, momento en el que se reconquista Écija. y la ciudad comienza a recuperarse, en concreto a partir del siglo XV y XVI, que empezamos a ver edificios de una cierta entidad .

–¿Qué es lo más singular arqueológicamente de Écija?

–Lo más singular es que después de la época romana en Écija los procesos de sustitución inmobiliaria son bastantes limitados, de manera que inmediatamente por debajo de los niveles en los que se encuentra la ciudad nos encontramos en extensión toda una ciudad romana, prácticamente debajo de nuestros pies y casi intacta. Luego, como elementos singulares, uno de los elementos que más se puede destacar son la riqueza de los mosaicos ecijanos, que tienen fama internacional, y grandes estructuras como las que aparecieron en la mitad oriental de El Salón, pertenecientes a edificios públicos, o al este de la calle Miguel de Cervantes, donde aparecieron grandes superficies enlosadas pertenecientes al foro de la ciudad. Y como no, la Amazona herida.

–¿Y desde el punto de vista científico y académico?

–Lo más interesante por supuesto es la riqueza de la epigrafía, es decir, de las inscripciones en piedra, que tenemos una riquísima colección de inscripciones romanas que nos ilustra con bastante detalle cual era la vida de una colonia romana entre el siglo I y III.

–Una vez concluyan las excavaciones en El Salón ¿cuál será el siguiente punto de actuación arqueológica?

–Con toda probabilidad el Picadero. En él tenemos previsto un proyecto de parque arqueológico que lleva en marcha desde 1999. Es decir, los seis mil metros cuadrados que tiene el Cerro de San Gil, que los vamos a musealizar, sin que se pueda construir nada encima y proceder a una excavación puramente científica y con vistas a la puesta en valor de este espacio.

–¿Qué restos hay?

–Tenemos documentada y bien representada toda la secuencia ocupacional de Écija, desde el siglo VIII aC hasta la actualidad. Por dar unas pinceladas, de época tartésica tenemos un expediente ocupacional que podemos asociar a pequeñas viviendas; luego, de época turdetana, parte de un edificio público con muros de mampuesto de un metro de ancho y un rico repertorio cerámico; y ya de época romana tenemos tanto parte de edificaciones públicas como mosaicos excepcionales, uno de ellos con una imagen de doble lectura, que es una de las tres que se conservan del mundo romano; y después de época islámica tenemos todos los recintos del castillo, que era de época almohade; y luego ya de época cristiana, la parte del alcazar cristiano que se encuentra dentro de los límites del Picadero.

–¿Qué duración puede tener este proyecto?

–Es un proyecto a muy largo plazo, porque la política que hemos seguido anteriormente y ahora con más razón, es la de solamente excavar lo que se pueda poner en valor, consolidar y preservar. Entonces, eso habrá que fasearlo, y empezar a poner en valor turístico a partir del año que viene, pero luego el proceso completo es cuestión de décadas.

–En este sentido ¿Écija podría sacar mayor provecho turístico a su patrimonio?

–Écija podría utilizar todo tipo de patrimonio con más enfoque y énfasis en el aspecto turístico. Realmente Écija no saca demasiado partido al patrimonio, como tampoco la mundo del caballo, a pesar de que la ciudad es mundialmente conocida por este aspecto. Arqueológicamente, desde luego tiene unas posibilidades enormes, sólo la colección estatuaria o de mosaicos que tenemos en el Museo es de entidad mundial, me atrevo a decir.

–En este sentido ¿qué importancia tiene nuestro Museo Histórico?

–El Museo de Écija realmente es importante. Tiene unas instalaciones bien acondicionadas, es bastante grande, pues es un palacio completo, y a parte de eso tiene unos almacenes que ya los quisiera cualquier museo provincial.

–¿Y la obra que tiene expuesta?

–El problema es que hoy por hoy en Écija no se da a basto con lo que está saliendo en las excavaciones, entonces realmente es más lo que está en los almacenes que lo que está expuesto, pero eso pasa en todos los museos, pues el trabajo previo que requiere la exposición de las piezas, sobre todo de restauración, es enorme.

–¿Hay apoyo económico?

–No son tanto los problemas de dinero como los del volumen de trabajo. En Écija más que la falta de medios es el exceso de trabajo.

–¿En qué medida el proyecto final de El Salón va a permitir que los ecijanos tengan acceso a la información de cuanto ahí se ha descubierto?

–Una de las ideas que tenemos es, como culminación de todas las campañas de excavación que se han realizado en esta plaza, es exponerlo a través de conferencias y publicar una monografía y de algún tipo de síntesis.

–¿Se va a integrar alguno de los restos en el diseño de superficie de la nueva plaza?

–Ese es un tema que va a salir a concurso y por eso la solución que se adopte todavía no la sabemos. Personalmente no soy demasiado proclive a la cosnervación in situ por sí misma. Es decir, si hay un elemento realmente llamativo, pues sí, pero lo que ocurre es que aquí en la plaza nos encontramos en la parte que estamos excavando ahora mismo una zona de viviendas bastantes pobres y además sistemáticamente expoliadas, por lo que nos encontramos es poco museabilizable.

–¿Y la piscina que se encontró en el otro extremo de la plaza?

–Tenemos previsto terminar de excavar en diciembre, pero ahí lo que vamos a hacer es una excavación puramente científica. Es decir, vamos a excavar la mitad oriental, que es la que queda pendiente de excavar, y después se volverá a tapar. Hay que pensar que integrar esa piscina, que tiene treinta metros de largo por siete de anchura, es algo muy complejo, pues la única posibilidad sería ponerle un cristal por encima, y estamos hablando de más de doscientos metros cuadrados, lo que requiere un mantenimiento brutal. Además, la integración hay que plantearsela a veinte años vista y no sabemos si el cristal se rallaría o qué pasaría con las humedades, que podría empañarlo, o la acción del sol. Hay que pensar que es una piscina de hormigón, mejor dicho, un estanque decorativo de un complejo de culto imperial, por lo que en sí no es más que una estructura de hormigón no pensada para ser vista .

 

Información: J. L. - El Periódico de Écijs(14/10/2004 )