No
hay mal que por bien no venga, también en Écija.
(por Manuel Díaz)
Hoy,
paseando por las calles, puede uno percatarse de que la sociedad
está cambiando. En cada plaza, en cada esquina, en
cada banco... todos han renovado sus temas de conversación.
Cada vez se escuchan menos los cotilleos barriobajeros sobre
la infidelidad del exnovio de la exmujer del extorero o de
las tendencias sexuales de cualquier bailaor venido a menos.
El pueblo está despertando, y eso es bueno.
En
los rincones, los mercados, las tiendas... donde antes se
escuchaba la conversación predefinida por la televisión
más rosa y alienante, hoy la gente se plantea otras
cuestiones de más calado: si el euro está siendo
positivo o negativo para España, si sobran o no políticos,
si el Senado tiene sentido, si lo tiene el Rey... muchas preguntas
que, hace pocos años, hubieran sonado disparatadas
en la boca de una maruja al uso, como muy bien reflejan los
amigos de Hablando en Plata en su genial cortometraje.
Como
decía, pienso que esto es bueno. El pueblo se está
dando cuenta de que la crisis ha sido culpa suya, y de la
enorme peligrosidad que suponen la desidia y la apatía.
Nos estamos percatando por fin de que, si miramos hacia otro
lado, nos van a meter siempre la mano en el bolsillo, gobierne
quien gobierne. Y nos estamos poniendo en un estado de vigilancia
que no pasa desapercibido a los gobernantes. Ellos también
se están dando cuenta de que nosotros nos estamos dando
cuenta, y esto, tal vez, sea lo mejor del asunto.
Parece,
al fin, que va a salir algo bueno de esta crisis asfixiante.
Esperemos que sirva para algo y, sobre todo, que dure. Mientras
tanto, yo seguiré maravillándome al ver que
el tema de conversación de dos señoras en la
cola de la panadería es qué ha hecho Fabra para
ser diputada. Que la gente de a pie se pregunte esto, es algo
que me enorgullece y me llena de optimismo con respecto a
generaciones futuras.